Antonio F. Marín: La paz en el matrimonio

19 de abril de 2006

La paz en el matrimonio

Unos intelectuales de la talla de Alfredo Bryce Echenique, Carlos Fuentes, Fernando Arrabal, Nadine Gordimer, Juan Goytisolo, Bernard-Henri Lévy, Paul Preston, Mario Vargas Llosa, Günter Grass, y otros, que no son curas irlandeses precisamente, suscribieron hace poco un manifiesto en el que denunciaban que aunque pudiera parecer que en el País Vasco había libertad y democracia, no la había, según ellos, “porque los ciudadanos libres están condenados a muerte por los mercenarios terroristas, y sometidos a la humillación de sus cómplices nacionalistas, pues deben esconderse, disimular sus costumbres, omitir la dirección de su domicilio, pedir la protección de escoltas y temer constantemente por su vida y la de sus familiares”. Eso han firmado unos ciudadanos que para mí tienen más credibilidad y legitimidad intelectual que ese cura irlandés que va por ahí proclamando a
bocinazos que los cómplices de los asesinos de niños quieren la paz. Que los iluminados que han decretado quién vive y quién no vive, y que han asesinado por la espalda a 800 ciudadanos inocentes y a 20 niños, quieren la paz y que a las víctimas lo que hay que hacer es apartarlas del “proceso de paz” porque lo españoles no sabemos ser demócratas. No estamos preparados. Y a mí no me extraña esta actitud del personaje porque me recuerda a aquellos curas que cuando una mujer llegaba al confesionario y buscaba su apoyo porque su marido le pegaba, le aconsejaban paciencia, aguantar y resignación cristiana para salvar la paz en el matrimonio. La paz es lo importante, decían. El cura irlandés tiene pues experiencia en “procesos de paz” y cuando sale del confesionario y se viene a España lleva las idea fijas: hay que machacar a los débiles para que el tirano se sienta cómodo y en paz. Creo que esto viene en el nuevo evangelio gnóstico de Reig, digo de Judas. Y es que con algunos “ciudadanos” la democracia es más difícil que follar con bragas. O en un Sinca 1000, según Los inhumanos.

Mobusi