¿Es para nosotras o para tu chico?, te ha preguntado tu mejor amiga con una sonrisa, mientras lo levanta y te mira. De broma, claro, por supuesto, faltaría más. Aunque no sé. Porque lo que importa no es que ella te lo haya preguntando, sino que tú te hayas callado y no se lo hayas aclarado. No le has dicho nada, porque has sonreído y le has respondido que se calle no vaya a ser que yo te oiga. ¿Oír? Qué tengo yo que oír. No lo entiendo. Debo de ser tonto, pero no sé el trajín que os traéis entre manos o entre strap-on. O quizás sí, pero prefiero no saberlo ni entenderlo. Me dais miedo. Y mariposas en el estómago, eso también. Sois malas. Pero adorables.
