Tiempos extraños estos en los que las reivindicaciones ecologistas o arborícolas las encabeza una baronesa millonaria por la gracia de Dios, digo, por la gracia de la caída de ojos, digo, por la gracia de la caída de bragas. Iba a poner una foto de la baronesa, pero prefiero la de Dita von Tease, también baronesa pero del fetichismo con guantes, porque me gusta más ella que la baronesa reivindicativa que nos ha salido guerrillera de Aragón y Juana la Loca cursi y con tartera, acompañada de su corte de ludistas cerriles que quieren frenar el progreso. “Cuando no hace falta cambiar algo, lo que hace falta es no cambiarlo”, ha escrito la subdirectora de El País para oponerse a los cambios en el Paseo del Prado, en un arrebato que la va a llevar a redactar el programa electoral del PP que también cree que “cuando no hace falta cambiar algo, lo que hace falta es no cambiarlo”, por ejemplo los
estatutos de autonomía, o sea, porque son tiempos estos extraños, decía, en los que el primer ministro francés Dominque de Villepín (Villapan, para los amigos) ha sido acusado de espiar a su contrincante político para inculparlo en una trama de comisiones corruptas y echarlo como contrincante de la política. Un comportamiento caballeroso, a lo que se ve, que me trae a las mientes cuando aquéllos chochos lánguidos progres se morían de gusto y suspiraban por el personaje, principalmente después de enfrentarse gentil y gallardo a los americanos por la guerra de Irak. Era el paradigma de la elegancia cursiprogre, la Biblia en pasta y la hostia bendita de la educada exquisitez y las elegantes buenas maneras de la razón ilustrada europea frente al paletismo norteamericano. Recuerdo estas alabanzas, lisonjas y apreturas vaginales con espuma, y punto de nieve, de las cursiprogres españolas ante este “caballero” que se ha demostrado que es un sinvergüenza y un patán barriobajero. Deberían publicar aquellos artículos laudatorios para vergüenza ajena y para que veamos en manos de qué pájaros y pájaras estamos que como es natural, se hincan ante lo francés y ante todo lo vanguardista que venga de fuera siempre y cuando no proceda del patán americano. Pero el galán les ha salido rana y ya no besa a las feas para hacerlas princesas. Otra vez será.