Antonio F. Marín: Memoria histórica y estatuas

1 de mayo de 2006

Memoria histórica y estatuas


Mientras el paro sube, la inflación prosigue su contumaz desequilibrio con el resto de Europa y la balanza comercial presenta el mayor déficit del mundo, los españoles nos dedicamos a desenterrar cadáveres (Lorca), derribar estatuas, establecer derechos para los simios y redactar leyes de la Memoria Histórica. Somos así de chulos. Pero me parece de maravilla la reedición de los “hit parade” de la historia, del “top ten” de la República, siempre y cuando se empiece por recuperar primero la memoria de Andreu Nin, del POUM, para que sepamos por qué lo asesinaron. Aunque yo prefiero quedarme con un articulo de Antonio Muñoz Molina en El País, en el que viene a
concluir que todo lo que se soñó en la II República se ha conseguido con la Constitución del 78. Todos aquellos derechos que se reclamaban se han conseguido e incluso ampliado tras la transición democrática del consenso, porque los derechos como la sanidad y la educación pública que tenemos ahora no se podrían haber alcanzado jamás con la II República y la autonomía que tienen ahora las regiones va más allá que la que se tuvo en aquellos años. A qué viene entonces ese afán revisionista, se pregunta uno. Pues no sé, pero ocurre que nuestro presidente don José Luis Rodríguez Zapatero, es un pipiolo criado con potitos que jamás ha pasado privaciones, que se ha criado como un burguesito rozagante y que necesita, por tanto, de una legitimidad revolucionaria que jamás va a conseguir porque no ha luchado contra el franquismo. Quiere mercarse la legitimidad democrática porque no ha ido jamás a una huelga o a una manifestación cuando hacerlo suponía jugarte la vida y la libertad y, por tanto, quiere disimular que es un muchacho de León que se ha sacado la carrera de derecho fotocopiando apuntes; que lleva toda su vida viviendo de la política y que es un prototipo evidente de la más insulsa banalidad del poder. Y que gracias al cargo y al coche oficial a los que llegó de rebote, puede soñar con ser el redentor de la humanidad (y de los simios), tal que le ocurre a todos los mediocres que se calzan por fin una gorra de plato. Y por eso juega a las casitas, a ser republicano y a pacificador universal, como los cursiprogres juegan a alternar con la vanguardia artística para pasar por cultos e ilustrados. Un cursi ontológico, para que nos vayamos entendiendo, que derriba estatuas de Franco cuando ya está muerto porque quiere ser revolucionario y progre con carácter retroactivo. Yo también las quitaría pero en su lugar pondría otras como la de la foto de arriba, en vez de poner la de Gregorio Peces Barba, el apóstol de los buenos y los malos.

Mobusi