28 de mayo de 2006
Solidaridad, postales y turismo
“La ley debe aplicarse de acuerdo con el contexto y realidad social del momento", dice el diario gubernamental El País, para censurar que la Justicia cumpla con su deber y encarcele a los asesinos de niños. No es de extrañar, porque ese es el alegato al que recurre Bush que también cree que la ley debe aplicarse de acuerdo con el contexto y la realidad social del momento. Y eso es lo que hace exactamente en Guantánamo y Abu Ghraib. Son todos iguales. No existe la Justicia, sino la interpretación políticamente torticera que nos convenga, en fin, porque el presidente de Senegal nos ha pedido ayuda para construir pantanos y convertir las tierras en regadío a cambio de admitir la
repatriación de sus paisanos que vienen a España de forma ilegal. El presidente dice que la emigración les perjudica porque se pierden recursos humanos y que si recibe ayuda para la agricultura puede parar la emigración. Tiene razón. Y una vez que tengan los regadíos tendremos que permitirles que nos puedan vender sus lechugas y tomates porque con los aranceles y el proteccionismo de nuestra agricultura ellos no podrán competir. Porque queremos que ellos puedan prosperar allí, pero cuando entra el tomate marroquí ponemos el grito en el cielo, amenazamos con que vamos a ir a la ruina y pedimos la protección del Gobierno, el jueves mismo, sin ir más lejos, porque somos solidarios de boquilla pues se nos va la solidaridad por la boca. Sólo por la boca.
Así que no sería mala idea que por aquí cultiváramos hierba para el golf y que dejáramos a los países pobres que cultiven lechugas y tomates, porque así ganamos todos y se es de verdad solidario. Lo que ocurre es que los cerriles ludistas quieren mantener aquí la agricultura protegida y les importa un pijo lo que hagan en África porque así matan dos pájaros de un tiro: mantienen aquí el “ambiente rural” con moscas y palanganas para que ellos puedan disfrutarlo los fines de semana y además mantienen vírgenes y puras las regiones africanas para poder luego realizar estudios sobre la pobreza, acudir a congresos de ayuda al tercer mundo, intercambiar documentos sobre los aspectos de la desigualdad, asistir a simposios sobre la globalización y viajar allí unas semanas en verano para solidarizarse con su paupérrima situación y rodar documentales que nos permitan ver luego en un aula de una caja de ahorros cómo es la “miseria sostenible” en los “paraísos rurales”, y con piojos, que hay que conservar para que el progreso no se lleve por delante tan genuinas estampas de los pueblos primitivos naturales, al alioli y con moscas. La miseria vende muchas postales, a lo que se ve.
Nota.- Lo pornográfico, inmoral y asqueroso no son las fotos que por aquí aparecen, sino la foto de arriba.