negociara con la banda su disolución a cambio de admitirlos de nuevo en la política y de ser generosos con sus presos. Muy generosos, teniendo en cuenta que la sangre todavía brilla por el asfalto. Estábamos dispuestos a perdonar a las personas, no a la bandas. Pero no es así y ya se ha anunciado que habrá "mesas políticas"; es decir, que se rompen las urnas y se le da voto a las pistolas. Y se viola la ley de partidos, la sentencias judiciales, el Pacto Antiterrorista, la resolución del Congreso y las promesas a los españoles. Es el triunfo de las pistolas sobre la urnas; del mamporro sobre la razón; del patán sobre el ilustrado.
Porque no se entiende que cuando el fuego de ETA estaba casi apagado, venga un Jinmmy Zapatero Carter de cuchufleta a soplar para avivarlo y a sonreír por lo listo que es al reavivar el fuego. Este es un chulillo de la clase que además le ha mentido a los españoles y nos merecemos un Gobierno que no nos mienta. Aunque no debe entenderlo así el muchacho de León que se conoce que cuando era adolescente se dormía por las noches soñando con salvar el mundo y en convertirse de mayor en el "Machomán justiciero de las mujeres y de la paz mundial", y que ahora, llegado al poder después del asesinato de 192 españoles, va a negociar con asesinos. Lo suyo, por lo visto, son los asesinos, se ha especializado en ellos y toda su carrera política esta rodeado de asesinos y asesinatos. Antes y después. Entre muertos y muertos. No se de dónde le vendrá tan macabra tendencia, pero llegó al poder después del atentado sangriento de unos asesinos y quiere seguir en el poder gracias a otros asesinos con los que se quiere reunir en unas "mesas de negociación" sin que ellos hayan anunciado su disolución o entregado las armas que es a lo que se comprometió con los españoles. Y si lo hace miente. La paz se consigue con la justicia, no bajándose los pantalones como un sumiso consentidor que va "por el buen camino" y que es capaz de venderlo todo, incluida la dignidad, con tal de seguir chupándole la polla a la poltrona. La avaricia de este muchacho no tiene límites a no ser que los españoles, y los socialistas, lo pongan en su sitio; en el siniestro lugar que va a ocupar en la historia entre unos muertos y otros. Porque la paz no sé si tendrá precio, pero el asesinato no puede tener premio. Y a él la sonrisa se le ha quedado cadavérica.