El Gobierno ha concedido la medalla al Mérito Civil a los pescadores que salvaron la vida a 51 inmigrantes que navegaban a la deriva, y esa decisión nos parece muy acertada y correcta. Y además hay que felicitarlo por la gestión de la crisis y por traer a España a 36 de los 51 emigrantes a los que se les ha salvado la vida. Es lo menos que podían hacer y esta decisión les honra, aunque haya sido la Cruz Roja y la Iglesia católica los que se han hecho cargo de los inmigrantes, como siempre, y sin pasar factura al Gobierno por el servicio público prestado a la sociedad. Difícil de entender. Esto es tan difícil de comprender como el porqué de que las mujeres no perciban que cuando tú estás leyendo el periódico, no te interesa saber nada de Isabel Pantoja ni de Julián Muñoz. Pues no lo entienden. Pero la actitud del Gobierno con los inmigrantes y los
pescadores es encomiable, decía, mientras que la de Malta no ha podido ser más egoísta e insensible. Y vergonzosa la de la Unión Europea que todavía no se ha puesto de acuerdo para afrontar el problema de forma conjunta y que no sean siempre los mismos los que carguen con la solidaridad, porque es el pueblo el que siempre es solidario y el que acoge a los inmigrantes y convive con ellos, pues los ricachones plutócratas que viven en La Moraleja y que escriben editoriales/cartas a los apóstoles de la solidaridad con el prójimo, no los ven ni por asomo, no conviven con ellos, ni comparten los servicios sociales, la sanidad, ni la educación. Ellos tienen sanidad privada, medicina privada y educación privada, pero se ufanan de ser los más solidarios, de boquilla, y animan a serlo en costillas ajenas porque ellos pagan sus impuestos para que los demás carguen con “su” solidaridad mientras ellos viven en chaleses en la sierra de 500 metros cuadrados, como la vicepresidenta del Gobierno, por ejemplo, que es otra pájara que predica con el ejemplo.