1 de noviembre de 2006
Entretiempo
Creo que hoy se celebra el día de difuntos o día de los difuntos o día de la horterada americana de "halloween" que se celebra en esta España tan antiamericana que copia todas las tradiciones de los americanos. Esquizofrenia pura de oliva. Pero por aquí es día de difuntos, arrope y crisantemos, para celebrar que según dijo no sé quién, nacemos para morir. O que nacemos, sufrimos y morimos, que dijo otro que lleva mucho tiempo si follar y que ahora no recuerdo quién. Ni ganas de averiguarlo. Me cansa. O que la vida es un efímero relámpago en medio de la inmensa oscuridad de la muerte, que
es lo que tengo yo por ahí escrito, pero no sé dónde. O que si al final del camino no existe nada, la vida no tiene sentido y sólo nos queda el recurso al suicidio, que es el único problema que le queda por resolver a la filosofía (Camus). Puede ser, porque si al final del camino no hay nada y viene más muerte, el hombre ha adquirido la inteligencia para llegar a la conclusión de que no “semos nadie”. Es decir, que para eso mejor que Dios no nos hubiera castigado poniéndonos en manos de una mujer (el libro de Judith) o dándonos la inteligencia y el raciocinio para llegar a la conclusión de que, efectivamente, no “semos nadie”. Para eso mejor sería que hubiéramos seguido en el árbol, comportándonos como animales y viviendo como si fuéramos animales; es decir, tal y como nos proponen los listos que van pisando de flor en flor y que cuando pisan una mierda la confunden con una seta. Es decir, los listos eudemonistas que son felices con un pito y Gran Hermano. Día de difuntos decíamos, que hemos de celebrar con el debido respeto ante el altar de rojo de Thanatos antes de que se lo follen los gusanos. Decía Freud que el hombre sufre un trauma al nacer, un trauma al vivir y al morir necesita regresar al útero de la madre. Claro, y en el entretiempo necesita comerse el camino hacia el útero, o sea, el coño, ya digo, pues todo es psicoanálisis. Por eso uno le gusta mucho psicoanalizarse entre los muslos de una mujer comiendo la muerte, o sea, Thanatos, o sea, el coño aunque vaya vestido de rojo. Ríete, sí, cariño, pero te voy a comer toa la fresa y hasta las ingles, ya de paso. Así que en el entretiempo, entre una muerte y otra, a follar que son dos días y uno de ellos con gatillazo.