Antonio F. Marín: Censura en Internet

21 de diciembre de 2006

Censura en Internet

El premio Cervantes, Antonio Gamoneda (poeta de cámara de Jimmy Zapatero Carter), ha propuesto que se instauren "instrumentos de control y de vigilancia" dentro de Internet para evitar la "proyección de equívocos" en un medio "potencialmente muy eficaz". ¿Equívocos?... ¿Quién decide que algo está equivocado?... ¿Pepiño Blanco y el negro que le escribe el blog? Contrólate tú, Gamoneda, para que no digas disparates, ni tonterías, ni “equívocos”. Si te han publicado una entrevista sin tu permiso, puedes recurrir a los tribunales para evitarlo tal y como hacen todos aquellos que ven declaraciones que no han hecho a los medios de papel y a la televisión, sobre todo a esta última porque si hay algo que se podría controlar es la “equívoca” mierda tomatera o la “equívoca” máquina de la verdad a los muertos. Y tampoco. O los “equívocos” de los periódicos de papel que se dedican a desinformar al servicio de un partido político y de su amo y señor. O los “equívocos” de las revistas de papel que son condenadas regularmente por “equívocos” y por injurias y
calumnias hasta el punto de que en sus presupuestos ya tienen previsto las indemnizaciones antes de publicar un reportaje “equívoco”. Pero no nos engaña el poeta de la "proyección de equívocos" (cursi hasta en las solapas), porque esta es una excusa más para imponer la censura al único medio que es realmente libre porque eso es lo que les da miedo. Les asusta todo aquello que no pueden controlar, que se escapa de su manipulación porque tienen miedo a que alguien pueda recibir información “equivocada”, peligrosa y que no esté visada y tenga su plácet. Por nuestro bien, porque no tenemos capacidad de raciocinio, somos menores de edad y nos pueden engañar unos desalmados. Y porque es subversivo que alguien pueda pensar por sí mismo y maneje información que no esté controlada; es decir, que sea “equívoca”. Mismamente lo que decía el dictador Franco para justificar la censura. Se os ve el plumero. Y el “equívoco”.

Mobusi