Ven, toca, que no muerde. ¿No? No, de verdad, te lo aseguro. Bueno, lo que tú digas. Como siempre. Pero a mí me da miedo, que lo sepas. Una cosa es que juguéis entre vosotras y otra que yo también participe y sea el objeto de vuestro juego. Porque no sé qué queréis que haga y eso me da miedo. Y me excita, la verdad, pues veo el morbo en esas sonrisas de vuestra cara. Y me temo lo peor. O lo mejor.