Antonio F. Marín: Machitos, víctimas y perdón

1 de marzo de 2007

Machitos, víctimas y perdón

El entrenador del Sevilla fue agredido ayer en el campo del Betis después de que los presidentes de ambos clubes, que se supone que tienen que dar ejemplo, se hubieran achuchado a ladrillazos de patrioterismo futbolero, mi cervecita, mi club, mi bandera, mi equipo. No me extraña. Era el Día de Andalucía y era el momento de las hazañas épicas. Creíamos que la educación y la cultura superarían por fin todas estas escenas goyescas de garrotazos y botelllazos, pero parece que no y que seguimos como en los tiempos castizos en los que el honor consistía en matar con la azada para defender la linde y la honra entre las piernas. No me extraña. Porque además aumentan las muertes por violencia doméstica pese a la previsible inconstitucionalidad de la legislación de
Rodríguez Zapatero para prevenirla. No ha evitado que sigan muriendo más mujeres. No seré yo el que diga que la ley no ha servido para nada, porque ha mejorado muchas cosas, pero el problema no se ha resuelto ni aminorado pues no se ha ido a la raíz del problema, a la educación en la familia, desde pequeños, porque hasta ahora los que maleducaban a los niños convirtiéndolos en machitos, eran las propias mujeres y más de una vez he oído yo decir a las suegras que sus nueras eran unas putas que no se merecían a sus hijos, que por el contrario eran unas joyicas. O aquello otro de que “esa mujer, hijo, no te merece”, que se lo he oído yo a dos de cada tres madres, excepto a la mía que dice todo lo contrario. Pero podrían empezar por ahí, decía. O planteando claramente la obligatoriedad de la separación de bienes, por ejemplo, para que cuando se rompa un matrimonio cada uno salga corriendo con lo que es suyo y se eviten situaciones injustas que llevan a la violencia. Porque habíamos quedado en que “detrás de la violencia siempre hay una injusticia”, según la doctrina de los listos que comprenden las causas del terrorismo. Por ejemplo, Rafael Sánchez Ferlosio que recuerda a los obispos que el perdón de Jesucristo en la cruz, “padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, fue sin condiciones previas de arrepentimiento y a ello se acoge el autor de El Jarama para animar a la víctimas al perdón de los etarras sin exigir nada a cambio. Pude ser. Aunque me gustaría que Sánchez Ferlosio me aclarara si eso de “perdónalos porque no saben lo que hacen” incluye también a los cafres que les pegan a sus mujeres porque a lo mejor ellos tampoco saben lo que hacen, pobrecicos. Y también me gustaría saber si las maltratadas han de perdonar sin que haya habido arrepentimiento. Y cuánto. Es por curiosidad.

Mobusi