84 personas han muerto en la carretera a lo largo de la Semana Santa (y todavía no ha terminado el recuento), pero como ya sabemos que la culpa es de Aznar no hay lugar para la zozobra y por eso, el presidente del Gobierno se ha entretenido prometiéndonos una campaña electoral “sin insultos, plácida, dulce y sin exageraciones”, que es lo que hacen los desalmados del PP. Por fin. Menos mal. Gracias a esa predisposición de nuestro presidente la oposición podrá acudir a su propio mitin en Cataluña, pongamos por caso, pues en las últimas elecciones los suyos agredieron a los candidatos del PP por tener la desfachatez de querer dar un mitin electoral en aquellas tierras. Y merced a su intercesión las chicas de su partido evitaran sus ansias de
querer fusilar a las voces que no les gustan. Y Polanco no acusará de querer la guerra civil a los que no piensan como él. Y Rubalcaba y Pepiño Blanco no van a insultar a los de la oposición llamándolos mentirosos y acusándolos de querer la guerra. Es decir, que el presidente no va a empezar barriendo la casa de los demás tal y como suele hacer el españolito typical spanish, y barrerá primero la suya, que ya dicen los enterados que en este país nos conocemos todos y como Zapatero siga dando lecciones de este jaez lo mismo le sacamos la lengua (sin insultar), y luego le damos collejas con el voto.
