Antonio F. Marín: Tacones de aguja

19 de abril de 2007

Tacones de aguja

Una muchachica de Murcia escribía el otro día que el hombre admira los tacones de aguja fetichistas porque sabe que con ellos la mujer no puede correr y escapar de él. Una tesis que no sé si la va a presentar al doctorado, porque le ha faltado añadir que “todos los hombres son iguales” o que “el mejor hombre ahorcado”, que ya se sabe que son razonamientos que se inspiran en Kant, Schopenhauer, Nietzsche y Kierkegaard. Así que según su tesis, resulta que los tacones de aguja gustan a los hombres porque con ellos las mujeres no pueden huir y suponemos que las botas de cuero y tacón les agradan porque con ellas las mujeres no pueden escalar por las paredes para escapar. Genial. Esta hija de la Logse, feminista de lechuga y pitiminí, se cree que el imaginario fetichista se desarrolla en la calle y no en el dormitorio de matrimonio. Confunde el fetichismo con las Olimpiadas. Que una chica que se cree moderna y feminista ignore que el tacón de aguja significa todo lo contrario de lo que ella
cree, da mucho que pensar sobre su nivel cultural porque es sabido que desde Marlene Dietrich en “El ángel azul”, pasando por Laura Antonelli en “La Venus de las pieles”, o Bulle Ogie en la “Maitresse” de Barbet Schroeder, o Mechthild Grossmann en “Seducción: la mujer cruel”, hasta Gudrun Landgrebe en “La mujer flambeada” o “Berlin interior”, lo que el tacón de aguja representa es el poder absoluto de la mujer sobre el varón. Porque eso de que los tacones no permiten a la mujer escapar lo podría haber suscrito mi abuela, pero nunca una muchacha informada y culta del siglo XXI, pues en todas las “escenas” de dominación femenina (femdom) el tacón de aguja es fundamental como símbolo de poder de la mujer sobre el hombre que puede incluso clavarlo en la polla (heeljob, para los amigos). Es fetichista porque representa el poder de la mujer, porque si no, no sería fetichista por el mismo rigor semántico de la frase. Así que el tacón de aguja es el símbolo inequívoco del poder de la mujer sobre el hombre y así está considerado en todos los medios bien informados y cultos, aunque la listilla quiera interpretar que es porque la mujer no puede correr con ellos y huir del hombre. Si esto lo lee Pura Salceda se descojona de risa. Porque da risa que en el siglo XXI una mojigata feminista hija de la Logse te venga con arquetipos feministas de principios del siglo XIX, de hace más de 200 años. Si una muchacha que se supone culta e informada escribe estas tonterías, apañados vamos. Y en esas estamos. O a lo mejor es que la muchacha es bajita y regordita, y la que se siente insegura con los tacones de aguja es ella, claro, que todo puede ser, aunque suponemos que esta moza de los “tacones para correr”, es de esas feministas cursiprogres que también dictaminan que en la mujer hay que buscar la inteligencia. Porque es cierto. Y uno sigue buscando. Debe de estar muy bien escondida. La inteligencia, digo.
Nota.- Y mañana hablaremos de “los caladeros marroquíes” y del “traidor” Zapatero.

Mobusi