La gran mayoría de la burguesía catalana aparcó su nacionalismo para apoyar al franquismo sin pudor. Tranquis. Antes de que me fusilen en el paredón he de hacer constar en mi alegato final, que esto no lo digo yo, sino Esther Tusquets; una editora de izquierdas vinculada al PSUC que acaba de publicar sus memorias en las que además reconoce su afiliación a la Falange y que allí le "despertaron su conciencia social". Escrito queda. Y no ha pedido perdón, como ha hecho la Iglesia por sacar al dictador bajo palio, aunque los cursiprogres de El País todavía
quieran más, quieran más perdón porque les parece "insuficiente".
Son tan cerriles orejeros que no caen en que Polanco nunca ha pedido perdón por ser jefe de centuria en el Frente de Juventudes siendo ya talludito (memorias de Rafael Pérez Escolar), y por amasar su inmensa fortuna en plena dictadura fascista merced a los favores del dictador y cuando el Régimen reprimía y represaliaba a los españoles (en la foto de arriba cenando con el ministro de Franco, Robles Piquer, y con la hija de Fraga).
Y Juan Luis Cebrían no ha pedido perdón por trabajar y cobrar del dictador dirigiendo los servicios informativos cuando éste fusilaba en el paredón y encarcelaba a los sindicalistas de CCOO en el proceso 1001. Así que estamos esperando ávidos y esperanzados porque mientras Cebrían y Polanco (o sus hijos) no pidan perdón es imposible la reconciliación entre los españoles.