Antonio F. Marín: Zapatero, las braguitas y la empatía

19 de noviembre de 2007

Zapatero, las braguitas y la empatía


Rajoy ha prometido que siete millones de españoles no pagaran más el IRPF si es elegido, pero me temo que muchos prefieren pagar más con tal de no ver a ciertas caras del PP por el Gobierno. O del PSOE. Son nuestras cosas, cosas de Spain, ya se sabe, porque España se ha clasificado para la Eurocopa de futbol como primera de grupo por delante de Suecia, Dinamarca, Letonia, Islandia, Liechtenstein (y creo que Togo y Burundi), y nos hemos emocionado, albricias y aleluyas, como algo memorable. No es de extrañar porque nuestro presidente del Gobierno, señor Zapatero, nos promete que el tren AVE va a llegar a Barcelona, es decir, que se congratula de que
una obra se termine y de que el tren pueda llegar a destino. Dentro de poco convocaremos un festival porque los pararrayos detienen los rayos, suponiendo que no nos mofemos de ellos, porque parece que el presidente se ha guaseado de los atascos y los problemas con los cercanías de Barcelona.

Si un tipo común bromea con sorna de las tribulaciones de los ciudadanos con los trenes de cercanía de Barcelona, como ha hecho Zapatero, diríamos de él que es un irresponsable (en la jerga política) o un hijo de su madre (en la jerga ciudadana). Es una broma, no tenéis sentido del humor, nos dirá con una sonrisa de chica ONCE a los ciudadanos jodidos por su incompetencia, antes de prometernos más ludismo con el cambio climático.
Porque habíamos quedado en que esas no son formas ni maneras, como no lo fueron las del rey en la Cumbre Iberoamericana pues una vez que se ha pasado el fervorín patriótico con su salida de tono ante Chávez, al ponerse a su altura de patán golpista, parece que se desinfla el suflé, que las aguas se arremansan y que incluso el guardián de las esencias monárquicas, Luis María Ansón, reconoce que “el rey no tenía que haber caído en la provocación”.
Y tiene razón. Cayó en ella y se puso a su altura, que es lo que he venido yo escribiendo aquí desde el primer día. Y el tan celebrado “por qué no te callas” ha sido ya adoptado por la oposición venezolana como lema de su campaña contra el referéndum constitucional; es decir, que el rey es usado por la mitad de los venezolanos contra la otra mitad. Un exitazo diplomático. Hubiera sido mejor castigarlo con el duro látigo de la indiferencia.
Lo de “castigar con el duro látigo de la indiferencia” es lo que me dijo a mí una novia, antes de dejarme, y todavía sigue en el machito porque cuando me ve no es que cambie de acera, sino que cambia de ciudad. Y todo porque le robé unas braguitas de Prada, sin su consentimiento, para regalárselas a su mejor amiga. No tenía sentido del humor, como el de Zapatero, y no entendía que para eso no podía pedirle consentimiento. Compréndelo, es que yo no gasto bragas y además quiero que tu mejor amiga también sea mi mejor amiga, le decía yo sin mucho éxito. Y es algunas mujeres no te comprenden, ni se ponen en tu lugar, ni practican eso que llaman “empatía”.

Mobusi