La nueva letra del himno nacional no le ha gustado a nadie, tanto de derechas como de izquierdas, ni a los lectores de La Razón, ni a los de El País o El Mundo. Y no me extraña porque todas las letras de los himnos son repulsivas y la Marsella, por ejemplo, llama a las armas, a formar barricadas y a empaparse de sangre, mientras que el himno de la República, el de Riego, llama a jurar la muerte por la patria para vencer o morir y demás rancias llamadas que, como es natural, las va a atender su puta madre.
Porque este es un pintoresco país en el que cuesta trabajo ponerse de acuerdo hasta para el himno, y no me extraña, porque a mí el único himno que me ha emocionado es la “salve marinera” en el entierro de un amigo, pero ese es otro cantar porque la letra de un himno nacional que no cite Lepanto, por ejemplo, nunca le gustará a la derecha carcamal, y otra que mencione España jamás le gustará a
los reaccionarios nacionalistas ni a los casposos comecuras de izquierda, que les va más la marcha con aquello tan carpetovetónico de “patria o muerte”.
Así que la letra del himno no ha gustado pese a que es tan políticamente correcta que podría servir para cualquier país, excepto los africanos, porque todos tienen valles verdes, cielos azules, inmensos mares y todos ellos cantaran unidos con corazón, tralarí, tralará (se le ha olvidado mencionar los ríos, quizás por aquello de no hablar del trasvase).
Sirve para todo, porque a esta letra le ocurre como a las cartas y las poesías que yo le escribía a mis ex novias pues eran todas iguales y sólo les cambiaba el nombre. Y me valían pues todas ellas eran “guapas, inteligentes, admirables, elegantes y con una gran personalidad”, etc. Bueno a alguna le añadía algo de “puta”, pero eran las menos. Uno es que siempre ha sido gandul hasta para eso y lo que hacía era una especie de “mailing” cambiándole el nombre y la dirección y dejando el mismo texto.
Pues con la nueva letra del himno ocurre tal cual y vale para todo porque es tan políticamente correcta y tan cursiprogre, que parece que lo han redactado entre las babas de Maruja Torres y Juan José Millás. Sólo falta Gabilondo añadiendo aquello de “es la hora de los encuentros” para completar el himnario. Así que está letra no va a gustar porque no alude a Lepanto, la Hispanidad, ni la conquista de América; ni es lo suficientemente cursiprogre ya que no menciona el consenso, el diálogo, la Alianza de Civilizaciones, el cambio climático, ni la igualdad de género.
Un servidor siempre ha creído que lo correcto sería una bandera nacional diseñada por Ágata Ruiz de la Prada y con letra de Joaquín Sabina, que es lo suyo, lo que nos pone. Aunque para mí las mejores banderas son las bragas de las chicas porque también se pueden observar desde abajo y además suben y bajan. Pero en esto, como en todo, es cuestión de gustos y el que quiera cantar el himno que lo cante y el que no quiera que no lo cante, como debe de ser. Me refiero al himno, que en lo de las bragas es mejor que se las baje. O que no se las baje. Depende.