Pero las energías de Harriet tendían tanto a ocultar sus deseos como a resistirlos y Richard no tenía ni idea de los tormentos que ella soportaba cada noche en la cama, en las tentaciones que superaba. No tenía ni idea de las largas y agotadoras fricciones de clítoris a las que se había visto obligada a recurrir, que la dejaban más fatigada que satisfecha, aún atormentada por su eretismo y aguardando el momento en que tales prácticas ya no serían más efectivas para ella de lo que lo fueron para Richard".
La institutriz inglesa - Autora anónima. Colección La fuente de jade. Alcor. Ediciones Martínez Roca (1992)