Sigue el carnaval mientras el “torero" que tenía que trabajar por la patria, según confesó en el Parlamento entre vítores de “torero, torero”, ha pospuesto su salvífica misión y ha dimitido, no vaya a ocurrir que su empecinamiento en salvarnos de nosotros mismos, le costara a sus conmilitones las elecciones, pues las encuestas del fin de semana no pintaban nada bueno. Ha sido una "decisión ejemplar", según el muchacho de León. Ejemplar para no perder votos, claro.
A mí este "rojo" ejemplar, hijo de un jefe local del Movimiento, siempre me ha parecido que tiene cara de suegro, de ese suegro cabrón que te mira con cara de mala hostia porque sospecha que vas a follarte a su hija. Con razón, claro, porque tú vas a follártela, pero de eso no estábamos hablando. Y ahora parece que teníamos razón.
Así que al torero “cara de suegro” le han dado la vuelta al ruedo y la puntilla, !torero, torero!", antes de devolverlo a los corrales mientras el respetable, es decir, los diputados sinvergüenzas, siguen de vacaciones porque además de los cuatro meses de vacancia bien pagada, se han cogido dos semanitas más por aquello de las elecciones. Estos también van de toreros. Y vividores.