Antonio F. Marín: Hacer cumplir la ley es intimidar y puedes terminar esposado

12 de marzo de 2009

Hacer cumplir la ley es intimidar y puedes terminar esposado

En Cieza cierran los comercios, pero acaba de abrir una tienda de empeños para que la gente venda o empeñe las joyas de la abuela, el rosario de su madre o la cubertería de la tía Enriqueta. Cosas de la crisis que no existía hasta ayer mismo porque el que la denunciaba era un "profeta del miedo" y un "trompetero del Apocalipsis".

Es lo que tiene no ser juez y no poder dar conferencias en Nueva York, ni acudir a cacerías privadas, porque para el juez Garzón no rige la ley, está por encima del bien y del mal y puede obrar como le pete, es decir, como le sale de la punta del capullo porque no tiene que dar cuentas a nadie.

Y por eso ocultó que había cobrado irregularmente unas conferencias, incompatibles con su sueldo público, mientras investigaba a otros por recibir ingresos irregulares. Y si le indicas que hay que cumplir la ley, como todos los españoles, aparece la mafia
cursiprogre y pontifica en las Tablas de la Ley de su editorial, que obligar a que el juez Garzón cumpla la ley es “intimidación”, cuando ha sido el propio Tribunal Supremo el que ha ordenado que se investigue su conducta al creerlo una falta grave.

Quiere decirse que la mafia cursiprogre acusa al Supremo de intimidación y de prevaricar. "Qué es lo que he hecho para que me trates c0n tan poco respeto", decía Marlon Brando en El Padrino. Qué ha hecho el juez Garzón para que lo intimidemos al obligarlo a cumplir la ley. No tenemos vergüenza, aunque Él cobrara su sueldo de juez y además recibiera prebendas, momios y brevas de una empresa privada (200.000 dólares), a la que previamente había absuelto de un delito de apropiación indebida.

Porque Él no tiene que dar explicaciones a nadie, está por encima del bien y del mal y si le recuerdas que es un español como otro cualquiera y que tiene que cumplir la ley, lo estás intimidando. O insultando. Hemos llegado a un punto de corrupción democrática en el que una mafia fanática y sectaria, los cursiprogres de El País (y sumisos afines), deciden qué es legal y qué no, y a quién se le puede hacer cumplir la ley y a quién no. Puro fascismo. Ni Musolini se atrevió a tanto.

En Estados Unidos Garzón ya estaría en la cárcel, o fuera de la judicatura, pero en España es probable que le den un homenaje, le pongan una calle, le den achuchones y abrazos, y le entreguen una placa en un acto de desagravio. Y que nadie se le ocurra denunciar a Garzón si se salta un semáforo porque lo estaría intimidando. Que lleve cuidado el osado que lo denuncie, porque la mafia te manda al juez para esposarte y no a va ser precisamente la chica de la foto. O te envía el recado con un pescado muerto, que es más de lo suyo.

Mobusi