Antonio F. Marín: La avaricia de progreso

3 de noviembre de 2009

La avaricia de progreso

Ha muerto José Luis López Vázquez y uno lo siente como si fuera alguien familiar porque nos ha acompañado casi toda la vida, ha formado parte de nuestra biografía en blanco y negro, o color, porque López Vázquez rodó las españoladas típicas del landismo, pero también nos trajo interpretaciones magistrales en El pisito o El cochecito de Marco Ferreri. O en Los jueves milagro con Berlanga, con el que también participó en la que es para mí la mejor película del cine español, Plácido, en un papelazo junto a Cassen.

O en Atraco a la tres, Mi querida señorita o La cabina. O la trilogía La Escopeta nacional, otra vez con Berlanga. Genial. Y mientras López Vázquez se nos iba, nosotros hemos estado 36 horas en Ambiciones, en la casa de Jesulín de Ubique (Antena 3) que nos ha permitido descansar

por fin, alcanzando esa serenidad que acaba con la amargura existencial que nos acongojaba. Por fin y gracias a nuestra tele, hemos alcanzado el equilibrio emocional.

Mucho, sobre todo porque también hemos sabido que una amplia representación de artistas se han pronunciado contra la avaricia del mercado. Una actitud que uno suscribe y firma, si me dejan, aunque esa avaricia que critican es la que ha permitido que algunos de ellos, como Amenábar, se haya comprado un piso en la mejor zona de Madrid por 4 millones de euros; un pisito de lujo con piscina privada en el ático que suponemos que va a disfrutar invitando al avaricioso Almodóvar Sicav, el otro multimillonario codicioso de la misma cuerda y tronío capitalista.

Y probablemente la SGAE, que protege su avariciosa propiedad con fusilería judicial, no les va a cobrar a las organizaciones benéficas que recaudan fondos para los discapacitados. Es que la avaricia es muy censurable, oye, pero hay avaricia buena (la de ellos) y avaricia mala (la de los demás).

Mobusi