Antonio F. Marín: En el sofá

10 de diciembre de 2009

En el sofá

La fin del mundo será el 21 de diciembre de 2012, según el calendario de los mayas (hay una película al respecto), aunque no especifican si será antes o después del sorteo de Navidad. Y se dice esto porque no es lo mismo que la fin del mundo te pille afeitado que sin afeitar. O echando el primer kiki de la mañana. Eso se avisa, joder, que te pueden pillar en bragas.

Aunque en bragas ya andan nuestros políticos porque según nos certifican los listos en sus soflamas editoriales, «la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto podría debilitar la posición de los catalanes que quieren sentirse cómodos en España». ¿Sentirse cómodos poniendo los pies sobre la mesa?... Porque ahora mismo la única que está incómoda en España es la saharaui Haidar. Y porque eso de ‘sentirse cómodo’ es lo que siempre le hemos recordado a nuestras ex-novias, pero ellas siempre nos han replicado que nasti de plasti y que

los platos los fregábamos entre los dos, que era más romántico. Muy romántico, pero es que así no me siento cómodo. Pues si no te sientes cómodo ya sabes: estás noche duermes en el sofá.

Eso decían, con mucho temple, pero a ver quién es el guapo, Zapatero, que le explica a los políticos nacionalistas que o se sienten cómodos como todo quisque, y sin privilegios, o duermen en el sofá. Ni más ni menos. Es lo que hay. Porque también quisimos que los gibraltareños se sintieran cómodos en España, los convidamos a las reuniones con Inglaterra, y ellos nos han braveado ahora farrucos con que la Guardia Civil se abstenga de entrar en «sus» aguas. Estos también se sienten comodísimos con Zapatero y también echan los pies encima de la mesa.

Como los terroristas de Al Qaeda en Mauritania; digo, como los piratas somalíes; digo, como los políticos nacionalistas que también quisimos que se sintieran cómodos y tras concederles un Estatuto privilegiado (votado sólo por el 36%,), y darles los dineros y las embajadas, nos han salido por las peteneras de 161 referéndums y la amenaza golpista de no aceptar las sentencias constitucionales (ya lo hicieron el 6 de octubre de 1934 contra la legalidad republicana).

Cosa curiosa, porque a Aznar (que era el coco de los nacionalistas), no le organizaron ningún referéndum y a Zapatero, el conseguidor, le van a montar 161 porque se conoce que han aprendido de los piratas y de los gibraltareños, y nos exigen ‘comodidad’ mientras nosotros consentimos porque no nos atrevemos a gritar.

A gritar libremente como hace Caroline Cartwright; una británica que ha presentado una solicitud a la Corte de NewCastle para impugnar una sentencia que le impide gritar mientras se corre. Los vecinos la habían denunciado por armar mucho tostón con sus gritos mientras lo hacía con su marido y ella cree que tiene derecho a gritar su gozo. Y tiene razón, porque a una chica que no finge con su marido no sólo que no debemos denunciarla, sino que tendríamos que abrir las puertas de las casas y vender entradas para asistir al espectáculo. O aconsejarla que se encomiende a Zapatero para que la ayude a sentirse cómoda y que no tenga que irse a gritar al sofá.

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

Mobusi