Los tiempos cambian, ahora la depilación femenina no es como antes, por ejemplo, pero antaño los artistas, que lo eran, sacaban un sencillo (un single) de dos canciones cuando lo tenían maduro, sin fecha fija, y esa producción podría tardar más de un año. Y al cabo de los años, pongamos que diez, sacaban un LP con lo mejor de esa década
(“The best de…”), con los diez o doce temas que habían madurado y que eran muy buenos a lo largo de todos esos años. A los diez años, por lo menos.
Ahora cada año te meten un cedé por el triple de precio, con una o dos canciones aceptables y el resto morralla. Y así, un año tras otro. Y llega Internet y la posibilidad de bajarte no el cedé completo, que es un asco, sino las canciones buenas. Sólo esas pocas canciones. Y eso a la industria le pone de los nervios porque acaba con el chocho que tenían de cobrarte muchos euros por doce canciones que eran moralla. Ahora las oyes y seleccionas las buenas, las que merecen la pena y te quedas sólo con lo que te gusta eliminando las baratijas.
Y ese el negociete con el que Internet estas acabando, con el chollo de las discográficas y los sinvergüenzas de los artistas que quieren cobrar por lo bueno y por lo malo. Internet los ha dejado con el culo al aire y se le ven las vergüenzas porque ya nadie traga, quiere comprar sólo las canciones que les gustan, las que merecen la pena y no todo el lote con la mierda, el serrín y la paja. O sea.
