Antonio F. Marín: Huelga (la puntica)

4 de octubre de 2010

Huelga (la puntica)

La huelga se hizo carne y habitó entre nosotros, con un melifluo quiero y no puedo porque los sindicatos y el Gobierno han estado haciendo manitas en la oscuridad del cine durante más de 5 años con mimos y arrumacos, dinero y subvenciones, sin que nadie haya osado piarla. Ni Rahoy el acomodador, oye, que andaba con la linterna baja.

Aunque lo tragicómico de la cuestión es que la huelga general ha sido más necesaria que nunca, pero hace cuatro años, porque jamás habíamos tenido tantos motivos para dar la cacerolada. Una campanada que no dimos cuando el Gobierno le congeló el jornal a los pensionistas, alargó la edad de jubilación, ayudó a los bancos y le echó la culpa al empedrado del mercado a los que, además, les ha sobado el lomo para que le financien la deuda por sus dislates manirrotos como las embajadas en el extranjero o la aventura de la Alianza que nos ha traído sopitas y paños calientes con la próxima subida de la luz del 4,8%.

Nos han aplicado una huelga con sanguijuelas y sangrías medievales porque estábamos en la "champions li" y esto se remediaba con unas cataplasmas de izquierda pues ya íbamos a superar incluso a Francia e Italia. Pero en el último recuento de parados para

pasar retreta, hemos contado 4,5 millones que no son desempleados en sus justos términos (según el Gobierno orwelliano), sino "trabajadores en expectativas de encontrar empleo".

O en "expectativas de encontrar destino" que es lo que me decían a mí en la Marina antes de echarme. O lo que les decía uno a las novias, antes de que me enviaran a su padre. Así que nunca antes una huelga había sido tan justa y necesaria. Y tan inútil, pues ya sabemos que no ha servido de nada porque ha sido un rodrigón sindical (responsabilidad lo ha llamado el ministro Cobacho), en el que el Gobierno ha querido quedar bien al fachendear de que cumplía con su deber y los sindicalistas han justificado sus sinecuras, que para eso representan a la clase trabajadora.

Y todos campantes pues los sindicatos nos han teatralizado una protesta abonico y algo mojigata, es cierto, porque hay que salvar al camarada Zapatero y entonces «te meto la puntica nada más, que eres doncella y por ser doncella no te cabe toda ella».

Pero groserías aparte, lo que no nos esperábamos de los sindicatos es que de tanto dormitar la marmota gubernamental, se les había incluso olvidado cómo se pintan las pancartas. Ahora hasta se pueden encargar en el Corte Inglés y sólo hay que pasar a recogerlas. Made in China.

Aunque la huelga no sirva de nada, todo es un bailen de salón, porque en su reciente visita a Washington, Zapatero le prometió a los especuladores de Wall Street, que no iba a cambiar nada su política. Y del convite salieron todos tan pimpantes que al Rojo Justiciero le regalaron incluso una insignia del Empire State por si viene Obama y puede lucirla en el ojal. Suponemos. Porque lo de las ensaimadas es de Mallorca, creo recordar.

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

Mobusi