Antonio F. Marín: De coños y coñas

20 de febrero de 2011

De coños y coñas

Ahora ya sabemos que los musulmanes sí quieren la democracia para pasmo de todos aquellos gurús que pregonaban que no encajaba en el Islam, ni se les podía imponer. Se puede. Lo ha logrado el pueblo en Túnez y Egipto con el apoyo de unos americanos que en vez de asumir la ‘realpolitik’ con los dictadores, se han limitado a refrendar a los que la reclamaban porque ya la habían atisbado vía satélite e Internet.

La han exigido en la calle como las españolas han exigido también ‘más sexo’, según el “Informe Europeo Sobre Hábitos Sexuales». ¿Cualo?... Porque si es así que pongan un cartel junto a las esquelas de la pared, oye, para que nos enteremos. Aunque quizás la culpa sea nuestra, es decir de ellos, vaya, porque uno es checoslovaco y transexual (tengo pene, pero pienso como la mujer en cómo casarme con un millonario,

es decir, con una millonaria ‘cougar’). Pero es verdad lo que dicen, porque más de una se queja del tímido ímpetu viril. «¿Pero me la has metido ya?», le suelen preguntar patidifusas a sus maromos. Y aquí los tiquismiquis argüirán como hizo Lola Flores: “Si me has visto en el bingo es porque tú estabas allí”, es decir, que si lo sé es porque alguna me lo ha dicho.

Pues no, te lo juro que te mueras, porque son ellas las que salen a contarlo tal y como hacía Luis Miguel Dominguín con Ava Gadner. Se lo cuentan a sus amigas en el Facebook para reírse de los tíos, mayormente. Y hacen muy bien. A mí me pasa igual que a ellas que también quiero más sexo pero si lo digo me callejean como a Lady Godiva por obseso sexual, reprimido y pajillero. Me lo advirtió una psicóloga hace ya algunos años, después de responder al test Rochas. A los no iniciados (o que no tengan un cuñado inteligente y lúcido que es psicólogo), se les advierte de que se trata de unas cartulinas con manchas de tinta que te muestran para que tú digas qué ves.

Y a tenor de lo que has ‘gipado’ te dicen si eres esto o lo otro, si vales para trabajar honradamente o no te queda más remedio que meterte en política. O en Mercasevilla. Pues a un servidor la primera cartulina le pareció un coño. ¿Un coño?, me preguntó la psicóloga pasmada. Pues sí, señorita; un señor coño. Y hasta le veo el clítoris, es decir, la pepitilla, para que usted me entienda. Y me miró encocorada y me dijo que en el informe iba a poner que no era muy inteligente porque siempre pensaba en lo mismo.

Y tenía razón, le confesé, porque yo no era de esos que se tumban en un prado y ven borreguitos en las nubes. O los que ven a la Virgen en una mancha de humedad de la pared. Yo ahí veo hasta la depilación brasileña, oiga. Así que si ellas quieren más sexo pues nosotros también, por aquello de la igualdad. Y la democracia, claro, que si no se impone sí se puede empujar para que los musulmanes la consigan, con un par, porque a nosotros que fuimos tan demócratas de toda la vida, se nos murió el dictador en la cama.

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

Mobusi