Antonio F. Marín: Braguetazo

12 de junio de 2011

Braguetazo

«Las bragas indican siempre la intención de una mujer» (Navy, investigación criminal). La ministra Pajín también indica su talante cuando ha dado curso a una nueva ley de ‘igualdad de trato’ para acabar con la telebasura, pero que en realidad sólo consigue emparedar la palabra porque puede poner multas de hasta un millón de euros que harían inviable al periódico, la tv o la radio. Y sería como afeitarle los cuernos a la libertad de expresión.

Es cierto que hay programas basura, políticos basura, periodistas con legañas ideológicas y personajes nada edificantes como Belén Esteban (o Chaves y Camps); pero en el momento en el que no vea por la tele a la Esteban, María Antonia Iglesias, César Vidal, Jiménez Losantos o Gabilondo, pongo mis barbas a remojar porque después vienen por mí, como irían por los comunistas en el famoso alegato antinazi del obrero Martin Niemoller. Primero fueron a por Belén Esteban y luego vinieron.... Quiere decirse que el hecho de que la arrabalera Belén Esteban ande por la tele significa que hay libertad para

emitir. Y para ver. Con educación y cultura para que se pueda discernir y discriminar.

Discriminar, sí. Con arreglo a la primera acepción del DRAE (1. tr. Seleccionar excluyendo) y no de la segunda (2. tr. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.) Porque esa es la cuestión, aunque la ministra nos venga con una nueva ley de ‘no discriminación’ que sólo consigue embarrar la libertad ya que todos discriminamos, afortunadamente, porque la discriminación es el precio de la libertad.

Porque uno discrimina cuando cambia de canal en la tele. O cuando me compro un piso en un barrio y no en otro. O cuando no le alquilo el piso a un maltratador. Ni a un filonazi. Ni a un proetarra, aunque tenga que hacerle el trabajo a la Policía y demostrar que es un cómplice de los asesinos, tal y como exige la nueva ley que te convierte en ‘presunto inocente’. O cuando elijo un médico y no a otro, sin necesidad de que un vecino chivato me denuncie por ‘discriminación’ orwelliana porque el médico rechazado es un alemán pepinero, además de un antipático incompetente.

Así que todos discriminamos cuando nos hacemos socios del Club Atalaya y no del Club de Tenis. Y viceversa. Porque con arreglo a la nueva Policía del Pensamiento podríamos denunciar a estos clubes por discriminarnos y que ellos demuestren que no lo han hecho al no admitirnos.

A ley se le ve el cartón cuando prohíbe expresamente que los que hablan castellano en Cataluña puedan sentirse discriminados, aunque ellos no puedan escolarizar a sus hijos en su lengua materna con arreglo a varias sentencias del Supremo que la ministra se pasa por el pastel de gloria. Y las mujeres no serán discriminadas con esta nueva ley, puede ser, pero seguirán cobrando menos.

Así que servidor también cumple las sentencias, como ella, y aquí dejo una opinión para ver si me manda al guardia de la porra: La señorita Pajín me parece una ‘choni’ nueva rica (con tres sueldos), que ha llegado al gobierno previo braguetazo de la Ley de Igualdad. Y digo esto sin ver qué bragas gasta. Lo deduzco sólo por sus intenciones.

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

Mobusi