Las Navidades las hemos racaneado, a pelo, y por no llegar no llegamos hasta las Pascuas de San Antón, que Pascuas son, según dicen, etc., aunque con el ‘hachazo’ de Rajoy a las clases medias a través del IRPF, aquí no llega ni Dios. Ahora con allegarse al 6 de enero de San Antón vamos aviaos. Lo que no ha cambiado son los accidentes de tráfico en la ‘curva del cementerio’ que no solamente que persisten contumaces, sino que han aumentado en Navidad. Siente ser uno un desaborío, pero alguien tenía que decirlo: esa curva no forma parte del recorrido la divertida carretera de ‘autos locos’.
Y se dice esto para evitar malentendidos porque a lo peor nuestros munícipes se han creído que sí, que es parte del recorrido y de ahí su empecinamiento en mantenerla.
Habrá pues que explicarles (con mapas, croquis y planos), que son dos viales distintos y que no hay que buscar emociones gratuitas a los ciezanos, que eso ya está previsto en el futuro parque de atracciones (si se construye), donde quizás los ingenieros pudieran
considerar meter la ‘curva del cementerio’ como una atracción más de feria. Podríamos incluso cobrarles derecho a de autor a los de la Paramount, por ejemplo. O a los de Tierra Mítica. Patentar el invento, vamos.
Luego se extrañan de que España haya conseguido que la Seguridad Social entre en déficit por primera vez desde 1998; pero cuando no sabes quitar una peligrosa curva (o presionar para que se haga), lo extraño es que no tengamos embargadas hasta las farolas del Paseo. Tiene mérito, en cualquier municipalidad, que conste, pues en España contamos con 8.161 ayuntamientos repartidos por 50 provincias, más Ceuta y Melilla. Bares ni te cuento, limeño. El líder del PSOE, señor Rubalcaba, propuso la supresión de las diputaciones y los 4.861 pequeños municipios. De forma voluntaria, claro. Rajoy ni sabe ni contesta. ¿Es buena o mala idea? Depende, porque como todo en la vida tiene ventajas, inconvenientes y lunares.
Pero podemos plantearnos la hipótesis a ver que nos depara: Murcia capital administra 41 pedanías, algunas de las cuales son mayores que muchos municipios pequeños que tienen ayuntamiento, como Aledo, por ejemplo. Tienen un alcalde pedáneo y llevan tirando decenios. Los municipios como Ojos, Villanueva, Ricote y Ulea podían funcionar perfectamente como Valle de Ricote, con sus alcaldes pedáneos y se ahorraría una pasta en sueldos y servicios.
Pero la cuestión radica, se supone, en que nadie quiere perder el poder del enchufe porque tras la fusión harían falta menos políticos. Y menos enchufados adjuntos. Si en España se suprimieran ayuntamientos de menos de 1.000 habitantes sobrarían 48.000 concejales que irían al paro, es decir, a la calle, es decir, a buscarse un currito como cualquier otro vecino porque también hemos sabido que la mayoría de los políticos españoles no tienen experiencia laboral.
No es que no sepan idiomas, que también, sino que nunca han trabajado en otra cosa que no sea la política. Y si suprimieran también las diputaciones se acabaría uja deuda de 50.000 millones de euros, pero pese a a ello cuando les dices que se recorte algo que les afecte replican que es el ‘chocolate del loro’. El problema es que en España tenemos millones de loros y chocolates que darles. Un chocolate más otro, hacen un tonelada de toneladas. España es un país de loros, chocolatadas y curvas de atracciones.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza