Antonio F. Marín: Trapos

18 de febrero de 2012

Trapos

Un modisto presentó   en la pasarela  de Madrid un abrigo confeccionado con mantas de Cáritas y  más de uno se erizó al creerlo una provocación, cuando puede ser  una ironía  o una denuncia, según te lo tomes. Pero da igual. Después de todo son sólo trapos  que visten mucho,  y lucen y se lucen, como el presidente Valcárcel   cuando asegura que la sanidad, tal y como la conocemos, «no es sostenible».

Lo es,  si se sabe administrar. Lo que no es sostenible son televisiones autonómicas, performances artísticas millonarias (‘no-typical’), para llenar de escombros un solar o piscinas con baños turcos y jacuzzis. Uno puede endeudarse para ubicar la UCI en el Hospital de Cieza, pero no para   avalar a la  empresa que construye  el segundo aeropuerto, mientras  Cáritas pide ayuda para sobrevivir porque está desbordada por la pobreza  y para colmo llega el frío, va,  coge, se pone y te jode toda la cosecha de fruta temprana. 

No es razonable. Y como nos advertía  el clásico: «El infierno es un lugar en el que no existe la razón»; en el que  los votantes  del PP   siguen apoyándolo (según la última encuesta), pese a que Rajoy prometió no subir impuestos ni


abaratar el despido.   O  en  el que el juez Garzón es glorificado por el  New York Times; ese periódico que  farda de  serio,  progresista y todo eso tan rosicler pitiminí, pero que también apoyó  la guerra de Vietnam, la invasión de Panamá y el bombardeo de Yugoslavia.

Los neoyorkinos han vomitado a barlovento, como Garzón, el pobre, que ha recibido1,2 millones de los banqueros, con juicios pendiente en su juzgado. Una propina que él se ha gastado en  cenas de 4.575 dólares. Ejemplar. Aunque lo han  expulsado por unanimidad de la judicatura al haber ordenado escuchas entre los detenidos y sus abogados, burlando un  derecho esencial  porque si se conoce lo que hablas con tu abogado  estás vendido antes de llegar a juicio, como ocurre en las dictaduras.  Da miedo que otros jueces lo hayan hecho y no los hayan pillado.

No importa que los acusados  fueran  unos corruptos (presuntos), porque la ley es la ley tanto para Agamenón como para  su porquero.  Este señor (es un decir),  al que el diario El País llamó en su día ‘juez campeador’, se ha manchado la toga con el polvo del camino, las cámaras de tv y las perrricas. Es muy saludable que un juez sea juzgado  y que el yerno del rey también sea imputado, como cualquier otro fulano. Se llama desinfección democrática, aunque sus sacristanes de amén no lo entiendan, ni comprendan, y nos llenen Twitter de apologías y ditirambos. Cuanto más leo  Twitter,  más quiero a mi perro.

Son tan fundamentalistas burriciegos como los proetarras de Bildu que han colocado un cártel en la Diputación  de Guipúzcoa  que proclama que la bandera española se iza porque lo manda la ley y bla, bla, bla. También afirma que la bandera  es sólo un trapo, según el criterio de su presidente, Martín Garitano. Chachi. Pero  las bragas de su   mujer también son  sólo ‘trapos’ y no sabemos qué dirá o hará,  si algún prójimo se las roba o  las manosea. Son trapos, oye, pero se conoce que hay trapos y trapos.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.

Mobusi