Las mujeres no aprecian a los hombres que emplean frases ‘ingeniosas’ para acercarse a ellas, según un estudio realizado por Viviana Fyffe de la Universidad de Nueva York. El ensayo distingue entre frases que denotan una mayor seguridad como: «Te he visto al entrar y necesitaba conocerte, ¿cómo te llamas?». Y otras temerosas como aquella de «tu cara me suena, ¿nos conocemos de algo?», que puede ser replicada con un contundente «no», que te dejaría colorao. El estudio previene contra frases graciosillas (y groseras) como: «Qué bonitas piernas tienes, ¿a qué hora abren?».
Aunque a estas conclusiones hay que mirarles siempre el dobladillo porque esa frase mágica: «Te he visto al entrar y necesitaba conocerte», puede ser respondida con un «yo sí te conozco y no quiero verte ni en pintura», que es lo que me suelen decir a mí. El Gobierno de la derecha tampoco quiere ver las propuestas de los demás partidos a los presupuestos porque
ha rechazado más de 3000 de golpe (intolerante), como es natural en esta corrala de toros, paella, flamenco y guerra civil. Entre esas miles de enmiendas se encuentran algunas de nota (Logse), como esa de Rubalcaba para que se aumente el dinero para las fundaciones de los partidos, es decir, para ellos. O la del comunista Llamazares que ha pedido que se bajen los presupuestos de Defensa, pero ha exigido más dinero para empezar a fabricar los carros de combate 8x8 en Asturias, su tierra (como también es natural). Y luego vienen los universitarios con las suyas y sus legítimas intenciones de que todos tengamos carrera universitaria «por cojones». Para que haya igualdad, vamos.
«Virgen santa, virgen pura, haz que me aprueben esta asignatura», escribíamos hace años en los libros del colegio. Y dejábamos que la Virgen bajara a estudiar. Pero no lo hacía. Y suspendíamos. Ahora parece que sí baja porque si no, no se explica que algunos lleven 10 años estudiando una carrera (cosas de la Virgen, supongo), y que ese 36% de los repetidores perjudiquen a los más humildes que sí estudian (según la OCDE). O a quien quiere hacerlo y no encuentra hueco; una injusticia porque los ricos siempre lo consiguen en la privada, a cualquier precio. A mí me echaron de los institutos públicos y privados, no valía para estudiar y dejé el hueco libre para otros sin ningún rencor, deseándole a los directores lo mejor para ellos: «Que os follen», les aconsejé.
Subir las tasas 45 euros al mes a los primerizos sin beca es un atropello (como el copago farmacéutico a los pensionistas), pero la educación y la sanidad es de todos los que la pagan con sus impuestos y si pretenden darnos una factura (simbólica), para concienciarnos de lo que cuesta una operación quirúrgica, también deberían darle a los presuntos estudiantes el ‘facturamen’ de lo que nos cuesta sus reiterados suspensos porque ellos sólo pagan el 15% (mucho menos que en Europa), y el dinero que se derrocha con ellos podría ir a los 2 millones de niños que viven en la pobreza. No creo que sea yo el único que no vale para estudiar y al que las mujeres no quieren ver ni en fotocopia.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.
