Antonio F. Marín: Querida

21 de julio de 2012

Querida

«El amor es un estado de estupidez transitorio». La frase no es mía, me la he encontrado en el envoltorio de una chocolatina firmada por Ortega y Gasset. En Internet pululan las webs de citas (de chingar y de las otras), y te puedes dar con alguna que otra frase marmórea: «El amor es un ataque de pasión que termina en un bostezo», que es exactamente lo que me dijo a mi una novia. Una guasa que me sentó muy mal porque era mi primer gatillazo. Son crueles. No te perdonan ni una.

Nosotros tenemos más tacto y no les solemos comentar que no invita al frenesí que ellas se metan en la cama con pijama, cremas y demás bricolaje. No anima a la parranda, la orgía ni el fandango. Tampoco te emociona que los listos te digan que no hay que meter el dinero en rescatar a las cajas, sino invertirlo en Sanidad y Educación. Es obvio.

Para todos, menos para los políticos porque en 2003 teníamos un superávit del 0,41% y años después tenemos un déficit del 9% tras suprimir Zapatero el límite de gastos para las autonomías, a cambio de que sus compadres nacionalistas le dieran el Gobierno. Y le cobraron además el Plan Hidrológico. Ahora hay que romper el cristal

de las Loterías del Estado (‘en caso de incendio’), para pagar las deudas autonómicas porque tras esos años de chantaje siciliano tenemos 300.000 funcionarios más, autopistas vacías, AVE sin pasajeros, cajas quebradas y alumnos que no saben interpretar un texto escrito, según PISA.

Te puedes y debes entrampar para construir hospitales, residencias o colegios, pero no por 120 millones para la Ciudad del Circo de Alcorcón. Así que los forasteros no se fían porque andamos por la cola europea en nivel educativo pero disfrutamos de 52 aeropuertos, cuando Alemania tiene sólo 39. Raspamos la inversión en investigación (I+D) pero nos hemos agraciado con 3.744 km de AVE cuando ellos apenas superan los 1.400. Y gozamos del mayor número de políticos por metro cuadrado, que encima ahora nos reprochan que ese dinero deberíamos haberlo invertido en educación y sanidad, en vez de darnos a la lujuria fachendosa del ‘champán y putas para todos’.

Lo resumía el otro día en Facebook un padre atribulado: «Ahora nos enteremos de que todo ha sido un bluf. Que no redistribuían la riqueza sino que todo era de prestado». Cierto. A la púa. Y la madrastra de Europa (Alemania), que aporta la cuarta parte de todo el presupuesto de la UE, no se fía, ni nos la fía (Finlandia nos ha pedido 762 millones de garantía).

Es cierto que Alemania se financia casi gratis mientras otros lo hacen al 6,5%, pero también es cierto que ésto sólo ocurre en 5 países de 17. Por qué. Quizás porque ellos no despilfarran en selecciones nacionales de ‘twirling’, ‘korfball’ o ‘fistball’ (Cataluña), que no sabemos qué es pero suponemos que no tendrá que ver con el ‘fisting’’. Queremos a Europa, y Europa nos ama, pero nosotros exigimos que nos trate como una querida caprichosa. Y que nos compre un piso y nos ponga una boutique. O un estanco. Ellos pueden ser estúpidos, pero de forma transitoria.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.

Mobusi