Antonio F. Marín: Morirse

29 de septiembre de 2013

Morirse

Alain Delon, el mítico actor francés, ha confesado que no quiere morirse solo. Nadie quiere morirse solo. Yo ya he encargado una banda de música para que me acompañe en el trance. Aunque con la crisis a lo peor hay que contentarse con una pandereta y unas castañuelas.

Lo bueno que tiene la crisis (si es que tiene algo bueno), es que nos obliga a currar en cuestiones que antes no hacíamos ni como deberes de clase. Quizás por eso la odiada madrastra Merkel ha barrido en las elecciones de Alemania. Nos ha jodido a todos, es cierto, pero ha salvado el Euro que hace sólo un año estaba a punto de caer, según el saber de los listos como el premio Nobel, Skslizt, que el (24.06.2012) pontificó su desaparición. Un año después no ha rectificado ni tenemos noticias de sus augurios de ‘bruja Lola’.



La crisis también ha permitido que en la ley de Transparencia se hayan embuchado por fin a los partidos, sindicatos, monarquía e Iglesia. Unos buenos propósitos de enmienda que les obligará a publicar en la web los ingresos que reciban del contribuyente y justificar sus chipirrinchis y sus mariscadas. La iniciativa es loable pero ya dicen que «quien hace la ley hace la trampa». Veremos.
También van a perder sus privilegios los aforados; todos esos prójimos que disfrutan del impedimento de ser procesados si el Parlamento no lo permite y todos los demás compis de pupitre no dan su consentimiento.

España es la democracia con mayor número de aforados del mundo. Unos 10.000 ciudadanos disponen de una protección jurídica especial y sólo pueden ser enjuiciados si obtienen el permiso de sus propios colegas de aventuras. «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna», etc, etc. Eso nos cuenta la Constitución. Vale. Me lo creo. «Pero me han dormido con todos los cuentos... y sé todos los cuentos» (León Felipe).

Por eso siguen aforados los diputados, senadores, magistrados, fiscales, miembros del tribunal de Cuentas, diputados regionales, defensores del pueblo (14), miembros de las diputaciones provinciales y hasta el rey al que «los suyos» le quieren birlar el trono para que deje de jugar al Principito.

En Alemania no existe ni un sólo aforado y así nos va, porque además se han agigantado las desigualdades entre autonomías ya que en Navarra la pobreza ha disminuido un 9%, pero en Murcia ha aumentado un 5%. Y los políticos como Valcárcel no se piran y siguen en el machito, aunque se vayan de jubilatas a Europa. «Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos», según nos explicaba Bernard Shaw. Pero ni caso.

Siguen en el palo del gallinero aprovechándose quizás de que los españoles somos los que menos papel cultural consumimos de toda Europa (libros, prensa), pero los que más gastamos en papel higiénico. Ahora se explican algunas cosas. Así que voy a morirme solo. Lo siento, pero no invito a nadie. Mi madre me dijo cuando era pequeño que no me juntara con malas compañías.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

Mobusi