Antonio F. Marín: Golosinas

12 de enero de 2014

Golosinas

El profesor Mischel de la Universidad de Stanford realizó un experimento llamado ‘test de Marshmallow’, en el que le entregó a un grupo de niños de 4 años una golosina y les explicó que si soportaban 15 minutos sin cogerla, recibirían otra más de regalo.

El resultado fue que dos de cada tres niños no aguantaron la espera y se comieron la golosina. Sólo un tercio esperó para recibir la otra. Mischel comprobó que aquellos que habían resistido para conseguir dos golosinas, obtuvieron luego mejores notas en la universidad y fueron más felices.

Algo similar parece que ocurre con algunos tíos. Si les aseguras que en 15 minutos podrán echar más de un polvo porque habrá más condones no aguantan y lo echan en el acto. No pueden esperar para ir a la máquina de la esquina. Prefieren echar el polvo apelo que, además, da más gustirrinin.

«Mi coño es mío y hago con él lo que quiero», me ha aclarado alguna amiga feminista. Pues si el coño es tuyo puedes dirigir el tráfico e impedir que entre en él una polla sin casco. Si el coño es tuyo hazte responsable de lo que entra o sale. O contrata un portero de discoteca. Tú misma. Porque a los tíos nos trae cuenta el aborto: «Lo hacemos a pelo que da más gustazo y luego te buscas la vida y abortas».

«Volvemos a la clandestinidad», le reprende la izquierda castiza al nuevo proyecto de ley del aborto. Y no es cierto porque está despenalizado pese a que si nadie toca el feto, éste nace, ergo, tiene vida. Interrumpir la vida ‘porque me sale del coño’ no es ecológico. Y los problemas se resuelven por el principio enseñándole a los tíos a follar. Es que el condón se puede encasquillar, claro, pero si la goma no es de fiar no deberíamos recomendarla para prevenir el SIDA. Y en el supuesto de ‘accidente’ u omisión anticonceptiva, se puede acudir al día siguiente a la farmacia a por la píldora del día después que se vende sin receta.

Pero debe de dar fatiga ir a la botica y se prefiere esperar que para esos ‘semos modelnos’ y abortar es como ‘ponerse tetas’, según la ex-ministra socialista Aído.

En el sexo hay libertad para todos los gustos y puedes dedicarte al ‘cuckold BBC’, ser una ‘hotwife’, practicar el ‘intercambio erotico de poder’, el beso negro, el ‘sexo D/s’, la feminización forzada, la lluvia dorada, ‘el CB-6000’, el trono de la reina, el Dogging o cancaneo, el Bukkake o acudir a un Glory Hole o ‘pasillo francés’.

El único requisito que se exige es que sea «sensato, seguro y consensuado» (Safe, Sane and Consensual, SSC). Y que sepan follar, claro, pero el 62,4% de las mujeres que abortaron en 2012 tenían como mínimo estudios secundarios y una cierta cultura para saber que la píldora del día después se vende en las farmacias sin receta. Más que reprenderles por interrumpir la vida habría que ponerles a estas parejas unas orejas de burro por gandules. O por comerse la golosina sin esperar 15 minutos.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

Mobusi