Antonio F. Marín: Baldeo, Grecia, Iglesias y Le Pen (16)

6 de julio de 2015

Baldeo, Grecia, Iglesias y Le Pen (16)

07.15.- Café cargado, se acabó el descafeinado, ventanas abiertas al fresco y con el resacón del referéndum griego. Ha ganado el NO, como es natural, porque no quieren jubilarse como nosotros a los 67, sino a los 54, como hasta ahora. Tontos no son y  yo me alegro porque se tendrán que ir, suponiendo que la Merkel no se baje las bragas (como Hollande). Y no pasa nada: hoy la Bolsa bajará cuando abra dentro de dos horas, subirá la prima de riesgo, el euro perderá valor y la vida sigue. Y seguirá. Un país no puede chantajear a 17. Sienta un mal precedente. Y Estados Unidos que se joda porque sólo quiere a Grecia por la OTAN.
Pablito Bananas y la fascista Le Pen piensan lo mismo


Espero que los griegos, gorrones,   inicien su nueva vida, que sean felices y coman perdices. Nos deben 26.000 euros, pero se los perdonamos con tal de que se vayan. Así  que adiós con el corazón que con el alma no puedo y al despedirme de ti...etc.

Porque el comunista de Podemos, oh, cielos,  dice lo mismo que la fascista Le Pen. Curioso. El comunismo y el fascismo unidos, juntitos y con los mismos propósitos. La fascista dice que ha sido una gran lección de democracia. El comunista Pablito Bananas también lo cree. Piensan lo mismo.

Yo no me voy. A mí me toca quedarme un día más en este pueblo en el que antes éramos conocidos por los sudores patrióticos de un ex-jugador de fútbol, José Antonio Camacho y  ahora  por el "Chuky de Cieza". No está mal. E incluso lo
versionan.

La máquina de escribir de mi padre, antigua,  junto al brush 
Estoy hasta los huevos de servir al rey, que  cantábamos en la Marina. Y de baldear mi nuevo despacho; una habitación que da al Paseo por la que entra mucha luz y de la que hemos retirado la cama de mi madre para poner allí mi mesa, el ordenador, la biblioteca (parte de ella) y todo lo demás incluyendo un butacón  muy antiguo. Queda una habitación muy espaciosa, con vistas al Paseo y con unos muebles antiguos muy chulos. Pero no los puedo trasladar hasta que no vengan los técnicos por lo que estoy aprovechando su ausencia para baldear el suelo. Quería hacerlo Loli (la chica que limpia) pero ella no tiene fuerza y además no sabe baldear.

Recién baldeado
Porque el suelo está mal, hubo un incendio cuando yo era niño en el  local de abajo que regentaba "el Roso" y lo estoy preparando porque aunque en invierno ponga una alfombra, no me gusta que debajo de ella haya ni un arañazo en el suelo. Ni una mota de polvo. Déjalo ya, dice mi hermana. No puedo mientras haya una manchita.

Soy un maniático, así que la quiero dejar como si no hubiera alfombra, como el jaspe, aunque me cueste quemarme los dedos  por el sulfamán pues cuando el brush no puede, voy losa a losa con un estropajo de aluminio.  Ya terminaré.

Y el brush junto al salfumán
De todas formas  todavía me falta la electricidad (Matías que te mato) y ONO a cuyos técnicos no puedo llamar mientras no tenga la luz (Matías, que te remato).  La cuestión es que si corro las cortinas y abro la ventana me ven en desde el Paseo y el edificio de enfrente, así que tendré que cuidarme para no andar desnudo. Pero con estos calores hay que estar cómodo para manejar el brush.

El brush (perdón por el anglicismo) es un cepillo que lleva un palo y con el que se baldea el barco nada más llegar a puerto porque el salitre de alta mar daña la pintura. Allí lo llamábamos brush, pero aquí supongo que se le dirá cepillo con palo. O cepillo chupachups. Vaya usted a saber. Pero cuesta trabajarlo y hay que echarle riñones.

He baldeado cuando era marinero y cuando ascendí ordené baldear. Unos con la manguera y otros con el brush dale que te pego  a la cubierta y los mamparos. Lo que ocurre es que me he emocionado y entre el cepillo, el estropajo de aluminio y el salfumán, creo que le he quitado a las baldosas medio centímetro. A lo menos.

Mejor. No soporto la suciedad. Cuando venga el electricista y el de ONO trasladaré mi mesa, la biblioteca (parte de ella) y me instalaré en la habitación paredaña, en la cama de matrimonio, que no sé cómo coño es. Ya tengo las sábanas y todo eso, pero me da miedo. Es muy grande. Tengo tanto miedo a la cama de matrimonio como al primer día de colegio.

(Cieza, Diario de un  dromedario. 6 de julio)

Mobusi