Antonio F. Marín: Azul, de Kieslowski: ¿amor o masoquismo?

18 de marzo de 2016

Azul, de Kieslowski: ¿amor o masoquismo?

La trilogía de Kieslowski, Azul, blanco y rojo,  se está reponiendo en Madrid con motivo del vigésimo aniversario de la muerte del cineasta polaco. Los tres colores de la bandera francesa que se corresponden con la libertad, la fraternidad y la igualdad. Así que el pasado fin de semana eché mano de Azul;  la que es probablemente la mejor de las tres porque las otras complementan y cierran la primera. Esta Semana Santa tengo que ver las dos restantes, además de Ben Hur, claro.

Es esta trilogía   Azul sería la libertad, según los críticos entusiastas, pero para mi es una historia de amor profundo que  te lleva a la libertad del  amor, aunque tenga mucho de esclavitud.  Los críticos lo ven de otra manera, todos iguales, porque se conoce que no coincidimos en el mismo cine.

La sinopsis nos dice que se trata de una mujer, interpretada magistralmente por Juliette Binoche, que sufre la pérdida de su marido y su hija en un accidente de tráfico. Al marido, un afamado compositor,  le habían encargado la obra El concierto de Europa, pero tras el accidente queda inacabada  y  ella se niega a terminarla porque no quiere saber nada del pasado.  En el duelo se vuelve solitaria, anónima,  dura, sin sentimientos, pues según reconoce no quiere amor, ni relaciones,  ni saber nada de ello pues te
encadena. Y hace sufrir.

Lloro porque usted no llora, le responde la criada cuando llega a su casa, tras salir del hospital en el que ha estado recuperando del accidente, ofreciéndonos con una sola frase el estado ánimo de la protagonista. Síntesis y elegante reflejo de su entereza, sin más palabras.

Juliette Binoche
La película no es dialogada, no abusa del texto y sólo aparece cuando es imprescindible porque lo demás intenta mostrárnoslo con elegantes imágenes y una oportuna música de Preisner; más o menos  lo que en literatura se llama conductismo o behaviorismo. Ella vende la casa, "no quiero tener nada del pasado", y se va  a un barrio de la ciudad para vivir la soledad en el anonimato donde se  vuelve arisca cuando quieren entrevistarla. 

Allí se entera de que el secretario de su marido la amaba en vida de éste y lo ocultaba, pero tras sentirse sola una noche  lo llama  y le pregunta; ¿Me quiere? Sí, responde él. Pues venga. ¿Ahora  mismo? Sí, ahora. Y va. Hay una elipsis y  al día  siguiente él amanece  desnudo  mientras ella lo mira  vestida y de pie. Ya ve que ronco, sudo y tengo caries, le aclara para darle a entender que el amor que siente  por ella  es en realidad platónico  y ella es real con defectos y virtudes.

Pero él  la busca y la encuentra e incluso compra el colchón en el que lo hicieron en una clara expresión fetichista porque la ama tanto que adora hasta el olor que ella ha dejado en el  colchón pues le sabe a ella. Son pinceladas o brochazos, acompañados por fogonazos musicales,  que van haciendo cada vez más interesante la peli, perdón el filme. Porque el enamorado llega  a dormir en ese colchón sin que ella se entere y  así sabemos que ese amor  no es platónico, sino real, muy real. Amor en silencio, sin agobiarla, sin que ella se entere. Un amor callado y paciente esperando que se enamore. Y ella además averigua que  duerme en el colchón porque se lo pregunta al enamorado y él lo reconoce.

BH Rigel, buscando con los prismáticos dónde hacer una marcación, sin contar con la RAE

¿Amor o masoquismo?... pues no sé. Quizás amor verdadero, del bueno, del que aguanta ronquidos, defectos, errores e imperfecciones. El amor sólido que no se derrumba al primer embate de la vida y capea el temporal porque el barco es muy marinero y lo aguanto todo.

Son flashes, vistazos impresionistas con pocas pinceladas como cuando llora por un  ratón y su crías que acaba de parir y que no tiene más remedio que matar mediante un gato que le pide a un vecino. Lo siente mucho, pero no tiene más remedio que hacerlo. Otro fogonazo sobre Europa y los sacrificios que hay que hacer aunque nos duelan. O la relación con su vecina prostituta a la que salva de que los demás vecinos la echen y  que no lleva bragas. Se lo pregunta en la piscina y le contesta: Nunca

Espantapájaras 7
Son las 05: 36 y toca el café y el cigarro. Hay tanto silencio que se oyen las teclas de los cajeros de ahí enfrente.  Abro el correo que no lo veo desde ayer por la mañana y me  llega una solicitud de amistad de Sol Teros Cieza; una página para buscar amigos y salir por ahí. Acepto la invitación porque me parece una buena idea poner en contacto a gente que se ve por la calle pero sigue su vida. No es una página de contactos y por eso me gusta. Y además en Cieza. Creo que la iniciativa es de una chica porque hasta ahora sólo está ella y algunos tíos. Pero lo avisa: Empezaremos a añadir gente poco a poco, paciencia a los primeros en llegar.

Pero me refería a la película Azul donde vemos que una vecina   la llama desde el club en el que trabaja antes de salir al escenario a follar con un chico mientras los voyeurs miran. La amiga la llama porque entre ellos y en primera fila, ha visto a su padre y no quiere que la vea haciéndolo públicamente.  Por qué hace esto, le pregunta  cuando llega al club. Porque  me gusta, les contesta ella.  Y creo que a todos nos gusta. Más libertad, pero sexual, aunque no sé si se refiere a la libertad de mirar o a la follar sobre un escenario. A mí sí me gustaría mirar, sólo mirar y ser voyeur, pero si es entre dos chicas. Pervertido y libre que es uno. 

Más tarde la Binoche  se entera de que su  marido tenía una amante desde hace años y que ella está preñada de él. Y entonces decide no vender la casa y  dejársela  para que críe al hijo de su marido. ¿Masoquismo o amor?...Pues según quién lo mire. Los críticos creen que es la libertad de romper con el pasado y quedarse sin nada detrás ni  delante. Pero eso es al principio porque   al final sí mira hacia adelante al acabar la obra del marido, firmarla y quedarse con el hombre que la amaba en silencio.

Abundan excelentes  pinceladas  como cuando Kieslowski nos muestra cómo pasa el tiempo mediante la sombra que una taza va dejando sobre la mesa conforme corre el sol del Este al Oeste y que nos da idea conductista de que pasa el tiempo, mucho tiempo, escuchando la flauta de un artista callejero (que llega a lugar donde pide   limosna  a bordo de un Mercedes) mientras un plano fijo   va reflejando  con sus sombras el paso del tiempo.  Sin palabras y con una imagen fija. Puro conductivismo en esta primera parte, la del duelo.

O la escena en la que se queda mirando como un macarra le pega a una prostituta, es decir, Europa,  con sus virtudes y miserias,  porque también aparece una anciana muy encorvada  y a paso muy lento que le cuesta horrores echar una botella en el contenedor de reciclaje. Más Europa: crítica a la modernidad que recicla mientras los viejos solitarios no tienen a nadie que les eche la botella al contenedor, como siempre.

Es una historia de amor, o sobre el amor,  porque mata a los ratones que han nacido en su casa y  viene a ser como la madre que castiga a su hijo porque lo quiere,  pues aunque le duela, aunque llore la muerte de los ratones,  no tiene más remedio que castigarlo y matarlos. Me temo que los críticos la vieron hace años, como yo,  y no han vuelto a saber de ella porque se conoce que han sacado las notas del estreno. Ella rompe la partitura de su marido (no quiere que  nadie la acabe), pero luego la retoma y la remata junto al ayudante de su esposo. Y la firma mirando hacia adelante.

Espantapájaras 8
¿Y el final?: Pues al final ella se queda con el hombre que le ha demostrado que de verdad la quiere, que la espera, que la ama en silencio. Y nos lo muestra en una alegoría de la libertad del amor pues se la ve gozando con él mientras sus mejillas se aplastan sobre el cristal de una pecera; presa,  pero libre al amar sin medida.   Porque ser tu esclavo me parece poco. Archivo de hojas muertas (2012-2013). Aunque parezca, lo es, una pardoja, todos los sumisos y sumisas hablan en sus blogs de la libertad de engregarse y ser felices por amor. Son libres para irse, pero se quedan. Son felices así pero siempre que sean correspondidos en ese amor, porque si no, sí que es masoquismo.

Y finalmente  llora cuando ve en el ecógrafo la imagen del niño que la amante de su marido va a tener, pero son lágrimas de felicidad,  de libertad,  con una miaja de masoquismo. Pero esa es la libertad; la libertad de no tener prejuicios y amar sin medida porque ya nos decía San Agustin v que la medida del amor es amar sin medida. Hay que evitar no abusar tanto de las fichas, nenes, y ver más cine.  Y FIN.

Hacía años que no la veía y ahora creo que está sobrevalorada más de lo que se merece;  es una muy buena película que te hace pensar y  discernir entre el amor y un  masoquismo al que  conduce el amor cuando una buena persona ama profundamente.

Buenas noches y buena suerte. 


PD.- El DRAE  dice que una marcación es...2. f. Mar. Ángulo que la visual dirigida a una marca o a un astro forma con el rumbo que lleva el buque o con otro determinado.

Una sintaxis de primero de EGB para enmarcar. Y eso que son académicos de la lengua y no saben redactar sin solecismo y anacolutos. La redacción sería: Mar. Ángulo que forma la visual dirigida a una marca o un astro, en relación con el rumbo que  lleva el propio buque  o con otro determinado. De nada.

Ya me meto hasta con la Academia. Soy así de chulo. Y eso que no tengo estudios,  másteres, ni demás quincalla de estos tipos que cobran por trabajar mal. Son ejemplares, ya digo. Ya lo estáis corrigiendo y para mañana más deberes.

Agenda: Hospital a las 09:30 con mi hermana. Resultados 1º control (a ver si están). Nada más:  Es casi Semana Santa y quizás me tome unas vacaciones. Por cierto: hay que poner las colgaduras en el balcón.

Mobusi