Antonio F. Marín: Brujas, señoritas, bolleras y pescaderas pero nunca putas

7 de mayo de 2016

Brujas, señoritas, bolleras y pescaderas pero nunca putas

Admirar de puntillas
Van a matar al mensajero, decíamos ayer, y han ido a por  la fiscal del caso de la niña asaltacapillas y las mozicas cheerleader perullas de la comparsa adjunta, pues los magistrados y fiscales de cada casa y hacienda; es decir, de cada ideología, partido y masa madre,  se han tirado a degüello del mensajero, de la fiscal que dice lo obvio: que yo no me puedo despelotar en casa de ningún juez, fiscal o política por muy de Podemos que sea. No sé si me explico o los dibujo un plano pues  a los tontos, a los niños y algunos cargos públicos hay que ponerles ejemplos para que lo entiendan.

Porque es una falta de educación, de buenas maneras, de saber estar;  porque unas reconocidas putas y bolleras de pitiminí  no pueden hacer lo que les salga del coño aunque sean putas y bolleras, pues serlo no es una categoría moral ni un imperativo categórico (Kant),  ni concede  privilegios ni sinecuras ante la ley,  o sea, que va a ser que aparte de putas y bolleras son

un tanto gilipollas.

Estas niñatas son de aquellas que se tocan el chocho y al descubrir la pepitilla lo confunden con un granito. Y van corriendo a buscar a su madre porque mamá, mamá: «Somos putas, señoritas, bolleras, pescaderas... Seguimos siendo las brujas que no pudisteis quemar. Somos y seguiremos siendo libres». 

Eso decírselo a vuestra madres, queridas, que bastante tienen encima pues estáis presas de vuestro fanastismo sectario y con vosotras solo se puede follar de forma unívoca, sin matices ni interpretaciones, es decir, por el chocho que  a cuatro patas es indigno y una no hace esas cosas.

Porque  es cierto que sois putas, bolleras, pescaderas..., pero nunca señoritas porque una señorita que sea puta es más discreta.  Una puta tiene más elegancia y categoría que vosotras, dónde va a parar. Un respeto, por favor, que aquí no todas pueden ser una señoras putas y la ordinariez hortera no sirve en el rigor del ejercicio profesional. Le habéis chupado la polla o el chocho a un camarado o  camarada y os habéis creído Catalina II. Amos anda. Siento el lenguaje soez pero es que a unas señoritas putas no se le puede hablar de otra forma pues no lo entenderíais.

Ay, las morenzas italianas
Y además no tengo ganas de guerra pues ando por otros lares y emociones pues quiero  averiguar quién es Elisa; una italiana romántica que canta como los ángeles. La he descubierto por casualidad. Ay las italianas; románticas, sensuales, melosas, morenazas y mandonas. Dicen que los italianos gustan mucho a la mujer española, pero es que las italianas nos gustan mucho a ciertos españoles. Deberíamos cambiarnos. Te amo y ti odio: ti odio y  te amo... libero, libero, me siento libero; te amo y  ti odio...

Qué pena que ya no existan brujas aunque no serían para quemar pues esas talcualillas rabaneras no lo son ni lo serán, y  eso de quemar brujas ya aburre pues no hay brujas, de las buenas, y vosotras sois brujas con su camisita y su canesú.  

Unas Belén Esteban de la cosa política que al igual que el perullo de Pablito Bananas no tenéis ni idea de qué va la película. Os han contado batallitas del abuelo y os creéis chachis pirulis pero no cuela porque cómo vais a ser señoritas si no dais la talla, si no se os puede admirar ni de puntillas. Seríais incluso unas petardas en el matriarcado o la ginarquía.

Ya no se queman brujas porque no existen y un servidor, para servir a Dios y a vosotras,   sólo ha conocido una  bruja que te echaba filtros de amor, néctares y ambrosías en la manzanilla y te volvía loco, te atrapaba para siempre en su cárcel y tú mismo tirabas la llave porque no querías salir, mientras le suplicabas que no te dejara la puerta abierta porque querías seguir siendo su prisionero  de por vida.  Esclavo militante suplicando que te encadene más a ella pues no quieres volver a ser libre, nunca más. Jamás. 

No he vuelto a saber de ella, pero ella  sí que era bruja. Y de las buenas, es decir, de  las  perversas. Una señora bruja que te drogaba y te volvía loco para llevarte a la perdición y encontrarte en ella; para   perderte en ella y no querer saber nada más del mundo porque a su lado lo tienes todo, no te falta nada y eres feliz con solo saber que existe.


TU FUSTA DIBUJA EL AIRE

No calles, te lo suplico;
nunca calles con tu fusta 
y dibuja en el aire la estela de tus caprichos,
sin miedo,
pues me pierdo cuando callas,
cuando no me tatúas tus antojos en el aire
o en mi piel,
con el estricto pincel de tu fusta.


Archivo de hojas muertas
Antonio F. Marín (2012-2013)


Buenas noches y buena suerte.

Mobusi