Antonio F. Marín: Me ha salido una cana

16 de febrero de 2005

Me ha salido una cana

Me ha salido una cana. Mi primera cana. El que te salga una cana en la edad adulta debe de ser un acontecimiento de tanto relumbre como cuando te sale el primer diente en la infancia. O cuando te sale el primer pelo en la barba o cuando tienes por primera vez la regla, si eres mujer, supongo, porque yo nunca he sido mujer y nunca he tenido la regla. Al menos creo que no lo he sido porque una vez que un tío me echó mano al paquete (perdón, al paquetón) le di un guantazo y cuando él me dijo Gilda le aticé una patada en los huevos y ya no le quedaron dudas. Pero decía que me he asomado al espejo y, ¡coño, una cana!, me he dicho así en plan metafísico y todo eso, antes de agarrame toda la retahíla de obviedades protocolarias como que me estoy haciendo viejo, que no semos naide y que dentro de poco ya ni se me empina. Pelillos a la mar, digo, canas a la mar, porque esto no tiene remedio y uno se barrunta que partir de ahora irán aumentado las canas poco a poco hasta que me quede cano, con el peno blanco. ¿Quedaré como San Pablo? Me he dicho entusiasmado porque dicen que “las canas tiran mucho” entre las polluelas adolescentes y uno es un viejo verde reconocido y confeso. Y ahora además de verde, canoso, y con una duda que me angustia a partir de ahora: ¿Los canosos follan más o menos que los no canosos?; es decir, si dicen que los calvos aumentan su potencia sexual, qué pasa con los canosos, ¿se les pone más dura aún?, ¿se queda también canoso el pelo de abajo?, ¿les gustará a las mujeres ver una cabeza canosa entre sus muslos mientras les comen el coño? Dudas, en fin, de esas tan principales que te quitan el sueño y que te llevan a la conclusión de que, efectivamente, no semos naide. Aunque ahora si que podré echar una cana al aíre, que algo es algo.

Mobusi