Antonio F. Marín: Ellas se ponen de morritos

24 de abril de 2005

Ellas se ponen de morritos

Esta mañana he visto por la calle a una pareja de adolescentes que se peleaban. Bueno, en realidad reñían por ver quién de los dos quería más al otro y se reprochaban que él tuviera detalles que ella no tenía o que él se fuera con sus amigos en vez de estar con ella. Una pelea abonico, de refunfuños inocentes y sin maldad. Y los he envidiado porque hace ya muchos años que uno no se pelea con la novia. Tengo que ponerme. O sea, tengo que echarme novia formal para poder pelearme con ella, porque ese es uno de los mayores inconvenientes de ser soltero. Echas de menos las peleas con la novia. Yo es que siempre he sido muy bueno para pelearme con las novias, se me da muy bien, porque si a otros se les da bien jugar al bádminton o cazar mariposas, a mí lo que se me da muy bien es pelearme con las niñas. Tengo mucha destreza en ello. Las saco de quicio como el que no quiere la cosa, así, sin proponérmelo incluso. Es una habilidad que no todo el mundo tiene, claro, porque conmigo se llegan a enfadar incluso antes de llegar a verlas. Ellas son así. Y si por ejemplo tú quedas en una cafetería y
no acudes a la hora prevista porque resulta que te has ido a Venecia a ver una película en el festival de cine, ya tienes montado el pollo porque ellas no lo entienden y se enfadan. Incluso estando a miles de kilómetros se mosquean. Son expertas en pelearse a miles de kilómetros de distancia lo que nos demuestra que el ser humano ya tiene pocas cosas en común con los animales porque por ejemplo, las mariposas monarca, que viajan a miles y miles de kilómetros de distancia, nunca se han peleado. Que se sepa. No se queda una mariposa allí y otra aquí porque estén de morritos, digo de trompitos. Aunque parezca que no, son más sensatas. Las mujeres no. Se pelean contigo tanto si estás cerca como si estás a miles de kilómetros, por lo que no te puedes escapar. Hagas lo que hagas y estés donde estés. Son raras.

Mobusi