Antonio F. Marín: Eurovisión y femdom 24/7

30 de abril de 2005

Eurovisión y femdom 24/7

Las organizaciones feministas han exigido a TVE que cambie la letra de la canción de Eurovisión “Brujería” por su claro contenido sexista. “Tú me dominas con sólo mirarme y no hacen faltas cuerdas para atarme”, cantan las chicas de Sol de Sol. Es un pareado tan inocente que da grima sólo pensar que alguien se puede sentir ofendido por ello. De hecho todos los novelistas y poetas, hasta los más clásicos, se han referido al amor no como "cuerdas simbólicas que atan", sino como esclavitud. Desde Ovidio y Catulo (a.c.) a Mantegma después de Cristo, pasando por la "elegía amorosa latina" en la que el enamorado hace dejación de sus obligaciones sociales, profesionales y políticas, y se somete a la mujer amada (tópico de la esclavitud del amor) con ese universo metafórico de la enfermedad del amor, el fuego amoroso o la locura amorosa. Pero eso ellas no lo saben. Son incultas. Y entonces habría que recordarle también a estas niñas que en nuestros días, en el siglo XXI, las relaciones “dominación/sumisión” (D/s) o “femdom” (dominación femenina), están reconocidas incluso por la ONU siempre y cuando se hagan consensuadas, libres y entre personas mayores y responsables. Y que se quieran, añado yo, porque
si no, no tiene chicha y queda como muy quirúrgico y profesional. Pero cada quien es muy libre de someterse como sumiso/a a quien quiera porque existe el “derecho a la libre esclavitud” tanto para entregarse a otra persona como para liberarse cuando el juego se acabe o se acuerde. Es casi un derecho universal que ningún código penal puede restringir y ninguna feminista puede coartar. Cada uno es muy libre de ser dominante, sumiso o del Betis manque pierda. Yo he conocido a parejas que han llevado esta práctica a su vida cotidiana en una relación femdom 24/7 (24 horas al día, los siete días de la semana) y que han sido muy felices en este estilo de vida que también se conoce con “domestic discipline” o disciplina doméstica, y de la que ha sido abanderada una psicóloga como Elise Sutton. Y sé de otras parejas que intercambiaban los papeles pues eran “switch” (gustaban de ser tanto dominantes como sumisos) y se iban turnando en el papel hasta que llegaron los hijos y lo dejaron. Pero incluso entonces se escapaban algún fin de semana a un hotel para seguir disfrutando. Los dos. Porque se querían con locura y porque esto no tiene nada que ver con la imagen cutre y peliculera del cuero, los látigos y las cadenas que nos han mostrado por cierto los memos de Crónicas Marcianas. Es otra historia que tiene mucho más que ver con el amor, la elegancia, el estilo, el sometimiento libre por amor y las buenas maneras. Dicho queda. Y entonces, la verdad, a uno eso de las bodas homosexuales en un juzgado, con trajes de novios, "yo os declaro marido y marido", arroz, convite y viaje de novios me parece tan antiguo, cavernícola, carca y retrógrado que me da la risa floja cuando la izquierda la postula como el no va más de la modernidad. Amos anda.

Mobusi