Antonio F. Marín: Crispación

12 de mayo de 2005

Crispación

Creo que se ha celebrado el debate sobre el estado de la nación. O algo así. Lo he oído cuando pasaba por la puerta de un bar. En la barra discutían. Y en la televisión también. Debe de ser cosa de la crispación, según dicen los listos en sus comentarios, chistes y editoriales (ayer Forges en El País), porque siempre que gobiernan los sectarios cerriles se pone de moda llamar “crispación” a todo aquello que no es sumisión al Gobierno. Para ellos es un “crispador” todo aquél que no esté de rodillas lamiéndole el culo al presidente tal y como hacen ellos en sus editoriales y chistes gráficos. Y si el “crispador” no grita y se comporta con buenas maneras no importa, porque aunque no crispe, es un reaccionario que vive en los tiempos previos a la Transición. Cuando ellos están en la oposición pueden convocar manifestaciones con el más castizo estilo español, con ese chulismo, flamenquismo y bravuconaria que los lleva a llamar a los adversarios asesinos y a asaltar las sedes de los demás partidos políticos porque
es en ejercicio de la crítica política. Pero si los criticas a ellos lo que haces es crispar la convivencia. Son fascistas, lo que pasa es que ellos no lo saben. Es ese fascista ignorante y paleto, el chulo bravucón, que cree que si un esclavo protesta lo que hace es crispar la hacienda algodonera. Franco también se ofendía mucho cuando lo crispaban los que se opinan a sus dictados. Todos los dictadores odian la crispación porque ellos quieren el silencio de los corderos, de los cobardes y de los sumisos. Es otra forma de totalitarismo, aunque los tontos no lo saben. Y si lo saben, el calificativo tiene otro nombre menos simpático.

Mobusi