En la biblioteca de Cieza, mi pueblo, han puesto a la firma un manifiesto a favor del estudio de la filosofía que he suscrito, como es natural, aunque Gabilondo crea que el manifiesto va contra el Gobierno. El manifiesto pide el apoyo para que no se suprima el estudio de la filosofía y otras humanidades como parece que pretende el Gobierno, sin arrugar el modelito Vogue. Porque aunque ahora parece que dicen que creen que puede que quizás no lo hagan, me temo lo peor, porque es sabido que el estudio o conocimiento sobre la obra de Aristóteles, Platón, Kant, Pascal, Heidegger, Marx, Schopenhauer, Leibniz, Nietzsche, Bakunin o Santo Tomás, entre otros muchos, permite el discernimiento, el pensar por ti mismo y no pagar la cuota del partido. Puedes comparar razonamientos y tener espíritu crítico para no dejarte manipular, para no dejarte gobernar y tener tu propio criterio sin tener antes que consultarlo con el editorial de la Policía del Pensamiento políticamente-correcto. Un ciudadano libre que no acude al partido, al sindicato o a la peluquería para ver qué pensamos sobre esto, cuál es nuestro pensamiento plural. Porque las humanidades permiten
plantearte preguntas y buscar tus propias respuestas sin que te las den ya mascadas, editorializadas y en papilla para que no te atragantes. Y es esa la cuestión que parece que a los listos les pone de los nervios, porque a los mediocres el espíritu crítico les molesta, les da calambre, porque quieren ciudadanos sumisos, complacientes y sin criterio que acudan a votar lo mismo cada cuatro años. El pensamiento libre incordia y hasta provoca crispación, según sabemos últimamente, porque se conoce que necesitan gente mansa e inculta que las únicas preguntas que se haga es quién va a ganar el concurso de Gran Hermano. Ellos querían sustituir la filosofía por no sé que asignatura de Educación para la Ciudadanía, que es una especie de Manual de Urbanidad para Señoritas Laicas, con prólogo de Gregorio Peces Barba, el apóstol de los “buenos y malos”. Más Platón y menos Vogue.