Aviso al público: Este comentario puede herir la sensibilidad de los cerriles orejeros.
La infamia está llegando ya a tales extremos que a uno, por opinar en este diario personal, lo han comparado con los fanáticos asesinos. "Hay un fanatismo Islámico, es cierto. Pero no creas que es menos el que manifiestas en tus escritos", escribe un tipo sin despeinarse en el comentario del lunes "Cherchez la femme" comparándome con ellos. Esta gente está enferma y lo peor es que no sabe que lo está. Pero la culpa no es de ellos, sino de la doctrina cursipogre que les dan en papilla a través de los editoriales/soflamas de El País, la cadena Ser y de la Logse, claro, esa ley que ha creado seres humanos manipulados que no saben pensar por sí mismo y que se instruyen a través de las consignas de Crónicas Marcianas. "Objetivamente, algunos países se han convertido en un vivero de terroristas con doctrinas estilo de la tuya", me dice el prójimo comparándome con los asesinos de niños y justificándolos, ya de paso, porque hay gente como yo, con "mi doctrina". La enfermad moral llega ya hasta tales extremos que
a mí me preocupa, la verdad, aunque insisto en que la culpa no es de ellos (son loros) sino de esos hijo putas (es un decir), de los ayatolás de los editorialistas de periódicos y radios que los adoctrinan y los vuelven cerriles orejeros que no atinan a pensar por sí mismos. La cosa es grave porque ya no les basta el pensamiento único de "sus medios" sino que pretenden que ese pensamiento único sea, efectivamente, único, y con su osadía e ignorancia se permiten venir a tus predios (a tu blog personal en el que te refugias para escribir con libertad), para llamarte asesino y responsable de que haya fanáticos que asesinen a cientos de inocentes. Este es un diario personal, mi página personal y no es un medio público. Aquí no se cobra, no se compra nada y no existe el "derecho de replica" ni un Defensor del Lector que ampare al consumidor que compra un producto, un periódico. Aquí no se compra nada, esto se da gratis y es una "propiedad privada". No hay derecho a ninguna réplica. Es un diario personal (hay 11 millones de ellos en Internet y todos pueden crearlo porque es gratis) en el que se admite que la gente comente porque son tus amigos y se supone que no te van a llamar asesino o responsable de que los haya. Pues ya ha ocurrido. La solución claro, es suprimir los comentarios y al que le jodan los míos, pues eso, que se joda y que baile. "Joderse y aguantarse", según dicen los castizos. O que no entre: aquí no se pone una pistola en la nuca a nadie para que venga. Esto es libre y el que quiera entrar que entre y el que quiera salir que salga. Pero suprimir los comentarios es suprimirlos para todos, sería hacer pagar a los justos por los gilipollas y hay gente maravillosa e inteligente que no quiero perder porque sus opiniones me interesan. A mí jamás me han publicado una carta al director en el diario El País y precisamente por eso cree este blog para poder ejercer mi libertad de expresión, que también me quieren negar. Pero la libertad de expresión que ellos te niegan, hay que dársela a ellos aunque te pongan a la altura de los asesinos de niños. Esa es precisamente su grandeza, aunque los cerriles no lo entiendan.
Nota: La foto de arriba es la del chalé de más de 1.000 metros cuadrados que el ideólogo, el ayatolá de estos cerriles sectarios cursiprogres se está construyendo en la zona de la Moraleja, el bario de los multimillonarios. Sí, se trata de Juan Luís Cebrián, ese siniestro personaje que procede de los servicios informativos de la dictadura y que ha escrito que "es exasperante el ciego egoísmo de las sociedades capitalistas", para justificar o comprender los atentados terroristas. Su vivienda, una vez construida, puede alcanzar un precio que oscila entre los 800 y los 1.000 millones de pesetas. Un 0,7% de no sé qué cosa. La noticia se puede leer completa en El Confidencial. El otro ideólogo o mulá, Javier Sardá, ha ganado en Telecinco con su programa Crónicas Marcianas 1.500 millones, aunque creo que su yate ya lo ha vendido.