Antonio F. Marín: B16

24 de agosto de 2005

B16

Benedicto XVI ha concluido su encuentro con la juventud en Alemania y por lo que he leído no ha quedado mal. Incluso el diario El País publicaba ayer un editorial en el que decía que el nuevo Papa ha propiciado un cambio de rumbo alejado de las emociones y basado en la razón, la coherencia y la disciplina. Que el sentimiento y la canción no bastan porque la Iglesia de los próximos años “tendrá más letra que música”. Yo también lo creo y coincido con los editorialistas de El País a los que felicito por su crítica razonada y reflexiva (sin embestir con el único propósito de causar daño), en el mejor estilo del periodismo que tuvo en sus inicios, en sus primeros años, y del que yo fui un adepto lector hasta que el periódico fue tomado por ciertos personajes que sólo buscan la revancha, el odio y el sectarismo. Yo que he criticado a la jerarquía de la Iglesia en artículos y libros por su rigidez en
ciertos asuntos morales o de conciencia, puede que me haya equivocado en mis anteriores comentarios y resulte que B16 puede ser un buen Papa porque no parece tan fiero el león como lo pintaban. Tiene formación teológica, es inteligente, se ha enfrentado dialécticamente a los más prestigiosos filósofos o teólogos, como Hans Küng, y ha salido airoso con tres capotazos y una verónica mirando al tendido. Y además tiene pinta de que sabe lo que hay que hacer. Un Papa necesario para una Iglesia minoritaria, más comprometida y menos folclórica. O lo que es lo mismo: menos gente, pero más culta y comprometida. Menos romerías y más teología. Menos club social que es lo que es ahora y más compromiso espiritual. Si la sociedad es laicista mejor que mejor, se ha debido de decir B16, porque así los que vengan o estén en ella serán los que de verdad se sienten cristianos y no como ahora que todo el mundo se declara católico en las encuestas, pero por los mismos motivos por los que se declaran “madridistas” o “culés”: Porque sí. Y si lo que postula el editorial de El País es cierto y nos viene “más letra que música” lo primero que tendría que hacer la jerarquía es prohibir que se cante en las iglesias: es decir, que canten los jóvenes con guitarras, panderetas y esas cosas que te hacen huir de la basílica. A mí que me gusta entrar en las iglesias vacías para estar a gusto conmigo mismo (soy católico, un mal católico, pero los hay buenos y muchos), cuando veo que la pandilla sale al altar, desenfunda la guitarra y se ponen a perpetrar sus canciones me da un síncope, oigo pitidos y me vienen sudores fríos. Es que tengo un espíritu muy sensible y esas cosas me afectan. Lo peor que hizo el Concilio Vaticano II fue aprobar la popularización de la Iglesia; es decir, suprimir a Juan Sebastián Bach y meter en su lugar a los curas con vaqueros y a los niñatos de sacristía con guitarras para que canten “Viva la gente” y demás casquería sentimental sacada de hippylandia. Me pone enfermo. Donde este un buen armonio y Bach que se quite lo populachero. Necesitamos más teología, menos romería y que vuelva Juan Sebastián Bach, por favor, en una Iglesia minoritaria, pero culta y autofinanciada.

Mobusi