Se ha cumplido la profecía y, efectivamente, no hay cojones para negarle a Jesús Polanco, el Cacique Mayor del Reino, la construcción de un puerto deportivo, ni una televisión en abierto. De eso se jactó el sujeto en público hace años cuando pidió al Gobierno socialista que le concediera la televisión de pago. "No hay cojones para negarme a mí una televisión", dijo el señorito de "Los santos inocentes" en plan chulo, flamenco y bravucón. "Milana bonita, Milana bonita", contestó la leal oposición del Partido Popular. Y ahora no ha habido cojones para negarle que su televisión emita en abierto. Sólo tiene que pedirlo, señorito, póngame a los pies de su señora. Y el paleto nuevo rico ya tiene su nuevo
peluco de oro, su canal en abierto, además del monopolio de la televisión de pago, el periódico más leído, la radio más vista, un periódico deportivo, una cadena de librerías, una editorial, un periódico económico, una editorial de enseñanza y un complejo turístico de lujo con puerto deportivo incluido en un paisaje isleño. Envidia cochina. Sólo nos queda averiguar qué le falta al Patrón Mayor de la Cofradía Cursiprogre, cuál es su último capricho para poder concedérselo y que nos perdone la vida y nos acredite con el carné de demócratas. Es el paradigma del chulismo, el flamenquismo y la bravuconería de la España rancia, castiza y olé que no se limpia ni con el zotal de la democracia. Y entretanto, un juez, a instancias del fiscal del Gobierno, envía un recado al director del periódico El Mundo para que no publique una información que puede comprometer al Gobierno. Lo acusa de desobediencia y suponemos que el castigo podría ser ponerlo de cara a la pared. Ni con zotal, ya digo. Hay algunos que ya no quieren saber. Ni que se sepa. Siempre nos quedará París, digo, La Pirenaica.