Antonio F. Marín: Niños, tontos y políticos

1 de noviembre de 2005

Niños, tontos y políticos

Todo se puede y debe debatir en un sistema democrático, insisten una y otra vez los paladines del diálogo y la negociación que han elaborado en Cataluña un Estatuto que, según todos los expertos (incluidos los del PSOE), es inconstitucional y que ahora, a partir de mañana, habrá que planchar y almidonar en las Cortes generales para que sea correcto, guapo, ordenado y pulcro con la Constitución. Un apaño para dejarlo “con la cara lavada y recién peiná”, (Escobar), que no satisfará a nadie porque creará agravios en otras regiones. Y porque si es constitucional no gustará a los nacionalistas por razones obvias, porque el único
Estatuto que ellos conciben es uno que sea inconstitucional. Es lo que les pone.

Aunque tragarán con el remiendo porque ya tendrán argumentos (el estatuto bueno aprobado por el 90% del Parlament) para seguir dando por culo durante años reclamando este Estatuto original, que es lo suyo, lo que les gusta, lo que los pone cachondos. Son porculeros, más que nacionalistas. E iremos a peor. Ahora tienen más agravios, más munición para seguir la guerra merced a los favores de un mediocre muchacho de León que de adolescente soñó con ser un estadista para arreglar el mundo y que como Narciso enamorado de sí mismo, no hace caso ni a "los suyos", a los consejos de algunos columnista del diario gubernamental que lo invitan a que aprenda de la historia para que no haga como Azaña que legisló contra media España; es decir, que no legisle contra diez millones de españoles que votan al PP. Que todo se puede hacer con consenso y que el consenso no significa “consenso contra el PP”, contra la otra mitad de España (perdón, del Estado español).

Pero es cierto, decía, que todo se puede y debe debatir en un sistema democrático. Es repetir lo obvio. En democracia se puede y debe debatir todo, incluida una reforma constitucional para suprimir las comunidades autónomas, pongamos por caso, o para reducir el poder electoral de los nacionalismos, porque si no, entenderemos que hay cuestiones que sí se pueden debatir y otras no; que hay diálogo y diálogo según nos guste o no nos guste lo que se ha de dialogar. No es que uno proponga que se supriman las autonomías, todo lo contrario, pero es que a los niños, a los tontos y a los políticos si no les pones ejemplos no se enteran. No lo pillan. No lo entienden. No se coscan.

Mobusi