Hoy hace un año que inicié este blog (aquí viene eso de “!cómo pasa el tiempo!”). Lo empecé de cachondeo, por probar, por ver de qué iba esto y al final lo he tomado en serio. Me propuse escribir algo todos los días, sin faltar ninguno y lo he conseguido. No he faltado ni un día, incluidos Jueves Santo, Nochebuena o Nochevieja. Es una tontería pero era un propósito sencillo que he podido cumplir. Por primera vez en mi vida me he propuesto algo y lo he conseguido, aunque sea una bobada. Bueno, también me propuse morir joven y no lo he conseguido, he fallado. Es que soy muy inconstante. Pero la “disciplina” del blog me ha servido para retomar el libro que tenía empantanado y que ahora parece que está más claro. Ya le falta menos. Y además he conseguido la financiación para publicarlo de Manuel Lucas, un amigo de mi pueblo cuya empresa, “Comprar casa”, me lo va a financiar (gracias, Manolo). Pero el objetivo está cumplido. ¿Y ahora qué? Pues no sé, porque he de plantearme qué hago: si cierro el
blog y paso de todo, o sigo otro año más. Sólo un año más. Me he acostumbrado a plantearme proyectos sencillos que se puedan realizar, que esté en mi mano hacerlo, que no dependan de nadie más y que sean viables. Es decir, que no participe absolutamente nadie más, porque entonces se jode. Quizás deba seguir hasta que publique el próximo libro, la segunda parte de “Azul y sombra” y luego Dios dirá. Ya veremos.