1 de abril de 2006
El Parlamento y la banca
En Marbella ha ocurrido no sé qué cosa, pero en Madrid se ha aprobado el Estatuto de Cataluña con el apoyo del 54% del Parlamento (189 valen para aprobar una ley fundamental, cuando para elegir un consejero de TVE son necesarios 210). Esto sólo pasa en Burundi Dundi. A mí me importa muy poco que Cataluña se defina como nación porque yo en los contactos de sexo me defino como un chico educado, culto, elegante y superdotado, o sea, que cada cual se defina como quiera, aunque algunos, como los nacionalistas, necesiten que su tierra se llame nación por
la misma razón que los bajitos necesitan alzas en el calzado para parecer más altos. Animalicos. Hay que tener caridad y comprenderlos. A mí lo que me importa es que se ha logrado meter la cuña para la insolidaridad porque a partir de ahora las regiones ricas crecerán en progresión geométrica, mientras que las pobres lo harán en progresión aritmética, suponiendo que los analfabetos padres de la Logse sepan qué es esto. Se ha roto la caja solidaria y ahora que cada uno cargue con sus miserias. Conmigo que no cuenten. Que no me llamen jamás para manifestarme por la solidaridad entre los pueblos porque puedo cagarme en sus muertos pisaos, en plan grosero, o escupir sobre su tumba según Boris Vian, que era un finolis. Porque cuando con gobiernos presuntamente de izquierdas encabezados por el muchacho de León, la banca gana 12. 334 millones de euros, el doble que el año anterior, y la botella de butano sube de pronto un 10%, puedo permitirme en lujo de mandarlos a la mierda (perdón, a hacer gárgaras). Porque en vez hacer algo al respecto se entretienen en mariconadas de burgueses ociosos, de burgueses nacionalistas de derechas, con la aquiescencia de la izquierda tonta, unida y útil que dice sí a todo con tal de llevarle la contraria al PP. La izquierda ha muerto a manos del nacionalismo burgués. Pero arrieros somos y en las urnas no encontraremos.
Nota.- Aquí dejo dos artículos de Carlos Carnicero y Antonio Casado que además de socialistas profesos, no comparten el optimismo sobre el estatuto.