criticando y desacreditando al que es libre. Es descojonante. A mí me han llamado por aquí “fascista”, “seudoprogre”, “facha”, “pedante”, “articulista del periódico de la grapa” y “vendido a la derecha”; amén de “pajillero” y otros piropos tan deliciosos y excitantes. Y cuando escribía en “La Prensa Local” de mi querido José Luis Vergara en tiempos del gobierno de Aznar, me llamaban “de izquierdas”, “rojo”, etc, etc, porque ponía a caldo al que mandaba, pues siempre se critica al que manda y no al que oposita, pues no sé quién fue el que dijo que cuando se persigue al poder hay democracia y cuando se persigue a la oposición es dictadura. Pero ya se sabe que en este país de chichinabo y cantimpalo algunos confunden el pelo de la cabeza con el del coño, lo mezclan todo y entonces o eres de los míos o eres de los otros. Después de todo no es de extrañar desde que hemos sabido que el Código da Vinci es la Biblia de los hijos de la Logse y la canción del Koala su himno. Éste sí que es el verdadero estado de la Nación.
30 de mayo de 2006
La censura amable
criticando y desacreditando al que es libre. Es descojonante. A mí me han llamado por aquí “fascista”, “seudoprogre”, “facha”, “pedante”, “articulista del periódico de la grapa” y “vendido a la derecha”; amén de “pajillero” y otros piropos tan deliciosos y excitantes. Y cuando escribía en “La Prensa Local” de mi querido José Luis Vergara en tiempos del gobierno de Aznar, me llamaban “de izquierdas”, “rojo”, etc, etc, porque ponía a caldo al que mandaba, pues siempre se critica al que manda y no al que oposita, pues no sé quién fue el que dijo que cuando se persigue al poder hay democracia y cuando se persigue a la oposición es dictadura. Pero ya se sabe que en este país de chichinabo y cantimpalo algunos confunden el pelo de la cabeza con el del coño, lo mezclan todo y entonces o eres de los míos o eres de los otros. Después de todo no es de extrañar desde que hemos sabido que el Código da Vinci es la Biblia de los hijos de la Logse y la canción del Koala su himno. Éste sí que es el verdadero estado de la Nación.