31 de diciembre de 2006
Feliz año y prósperas castañas
Hoy estamos mejor que ayer, pero menos que mañana, aunque ETA ha vuelto a lo suyo, al monte al que siempre tira la cabra, mientras Rodríguez Zapatero parece que ha dado por rota la tregua, pero elude hablar del fin del proceso porque esta cabra también tira al monte. Es cosa de cabras, aunque no seré yo el que recrimine a Zapatero que lo haya intentado. Lo ha querido y no lo ha logrado, como tampoco lo consiguieron Suárez, Felipe González y Aznar. No pasa nada. Ha tenido sus cinco minutos de fama y puede darse por pagado. Que vuelva al Pacto Antiterrorista donde cabemos todos, menos los asesinos, y tomemos las uvas de la suerte para desearnos eso tan profiláctico de "feliz año nuevo". Aunque yo no me suelo tomar las uvas. Nunca. Y no precisamente por esnobismo o por llamar la atención, sino porque creo firmemente en esta superstición y siempre que las he comido me han venido todos los males de la tierra. Así que hace años que no las tomo y desde entonces he conseguido tener unos años normalitos y apañados, porque yo no anhelo tener un feliz año y todas esas vainas y chirimoyas, ya digo, sino un año lo menos desgraciado posible. Cosas de mi pesimismo existencial, sin duda, pero a los demás les deseo un año de venturas, dichas, orgasmos y pimientos de piquillo.