Antonio F. Marín: Año nuevo, vida vieja

1 de enero de 2007

Año nuevo, vida vieja

Esta mañana de Año Nuevo he salido a tomar café y he visto que por las calles aún coleaban los restos de la Nochevieja; los confetis, máscaras y serpentinas tiradas por el suelo junto a algún vómito, mientras las parejas volvían de la fiesta con chocolate y churros en vasos de plásticos y las pandillas lo hacían alborotadas con las corbatas por la cintura, las medias caídas y los zapatos colgando del cuello. En las cafeterías algunos tíos con los trajes arrugados tomaban los ultimaos cubatas y las niñas se amodorraban sobre los hombros de sus maromos con el maquillaje despintarrajeado por la cara y el confeti por las tetas. La mayoría reflejaban en su actitud una especie de triste melancolía porque la noche se las prometía muy felices y al final, no fue como habían soñado durante todo el año porque el príncipe que te gustaba era en verdad un cerdo y la princesa del cuento una vacaburra. Exactamente igual que el año pasado y que el próximo, aunque más viejos. La vida se repite así misma con la parsimonia de los años, y como una broma de mal gusto.

Mobusi