"Lucette se arrodilla, me descalza, levanta mi vestido por encima de los muslos, con el fin de descubrir las ligas; tengo la boca seca; me estremezco. Unas manos me quitan las medias y después las enrollan despacio, una tras otra. Cada vez que me razón, reacciono. Ya estoy descalza; quería ponerme las manos sobre los muslos, pero me ordenan dejarlas caer a casa lkado del sillón.
- ¿Te han azotado cuando eras pequeña? –pregunta Batilde.
- ¡Jamás!
- ¿Ni tan siquiera cuando eras pequeñas?
- ¡Jamás!
- ¡Qué interesante! Será una experiencia extremadamente perturbadora recibir el primer azote a los treinta años".