La Organización Mundial de la Salud que se reúne en Ginebra, va a tratar sobre la acertada decisión del presidente brasileño, Lula Da Silva, de no permitir más patentes en los medicamentos contra el SIDA y favorecer el uso de genéricos para combatir esta enfermedad. Que hagan lo que quieran, pero Lula ha obrado bien, muy bien, como también ha hecho nuestro presidente, Rodríguez Zapatero, cuando se ha negado a que la industria farmacéutica española destine unos milloncejos para investigar las enfermedades raras (huérfanas), a cambio de de que no beneficie tanto a los medicamentos genéricos que compiten con los suyos y que son más baratos. Una decisión acertadísima del Gobierno de Zapatero, sin duda, y que además descubre el amaño de las farmacéuticas pues con esta propuesta reconocen implícitamente que no destinan los dineros para investigar las enfermedades raras porque son pocos los beneficiarios y pocos los que comprarían sus medicamentos. Y poquitos los beneficios. Han quedado con sus miserias al aire al reconocer algo que ya sabíamos: que las farmacéuticas investigan sólo donde ven beneficios y a los demás que les vayan dando. Están en su
derecho, claro, pero también lo está el Gobierno para poner coto a sus manejos como ha hecho recientemente el presidente de Brasil, Lula Da Silva, ya digo, cuando decidió dejar de comprar medicamentos caros antisida para optar por los genéricos que son más baratos. Una decisión muy correcta que uno aplaude y aúpa, porque una cuestión es que las farmacéuticas ganen los dineros con los productos que investigan y otras que exploten a los países que no pueden pagarlos. Bien está que se forren con los países occidentales, pero es una indignidad que lo hagan con los países pobres o en vías de desarrollo. En estos casos lo correcto, lo moral, lo ético y lo canónigo es saltarse las patentes, las protecciones y tirar por lo recto pirateando incluso los productos para hacerlos accesibles a los pobres. Lula lo ha hecho con los del SIDA pero se podía hacer con otros muchos porque no estamos hablando de cremas mágicas para tersar el cutis y otros condimentos cosméticos, sino de medicinas para salvar la vida.